En marzo de 2017, el superior general de la Congregación de la Misión y su consejo aprobaron la creación de la Red Internacional Vicenciana para la Justicia, la Paz y la Integridad de la Creación. El P. Tomaz pidió a cada provincia que nombrara un cohermano que representase a la Provincia en esta nueva iniciativa de la Congregación. Hoy estamos contentos porque casi todas las provincias ya nombraron a sus representantes en esta red. Del 22 al 26 de julio tendremos la primera reunión de delegados de las Provincias americanas en Colombia y del 23 al 27 de septiembre tendremos la reunión de representantes de las Provincias africanas en Nigeria. Las reuniones para las provincias europeas y de Asia Pacífico serán a principios del próximo año.

El propósito de estas reuniones es formar a los delegados respecto al alcance de la incidencia política y conectar esta nueva iniciativa con los trabajos de cambio sistémico. Queremos hacer una planificación conjunta para cada continente, explorar formas de colaborar con otras iniciativas eclesiales y civiles y elegir un coordinador continental para la junta de VIN-JPIC. El primer objetivo de nuestra red es formar y planificar con los delegados provinciales para que presenten el ministerio de defensa política en sus respectivas provincias.

La Red Internacional Vicenciana para la Justicia, la Paz y la Integridad de la Creación se basa en el dinamismo del carisma y su relación con el Reino de Dios. Este grupo promueve los valores y actitudes de la justicia, la paz y la ecología integral a nivel personal, comunitario, provincial e internacional en la Congregación de la Misión. Este grupo también representa la posición profética de la Congregación que desea unir su voz a las muchas voces que claman por justicia. El grupo también quiere ser la voz de nuestro planeta y crear las estructuras necesarias para que aquellos que no tienen voz puedan encontrarla. Esta es una red que está orientada hacia la acción, hacia la formación, hacia la promoción y el apoyo de campañas que denuncian e intentan poner fin a las causas de la injusticia y la violación de los derechos humanos y el abuso de nuestro hogar común. Todo esto se hace de acuerdo con las enseñanzas de Laudato Sí y de acuerdo con las líneas de acción que se aprobaron en la Asamblea General de la Congregación en 2016.

Por vocación, la Congregación de la Misión, junto con la Familia Vicenciana mundial, no puede ser ajena a los grandes desafíos de la realidad global. El creciente empobrecimiento global es el resultado de las prácticas excluyentes y depredadoras de la globalización competitiva, liberalizadora, desreguladora y privatizadora actual[1]. Estas prácticas utilizan las modernas tecnologías para extender sus raíces a todo el mundo. Ante esta realidad, no podemos actuar de manera ingenua o participar en actividades caritativas o promocionales que no incluyan la acción sistémica y la defensa política a todos los niveles.

La teoría del nacimiento de la humanidad (una explicación racional) se cuestiona hoy debido a la crueldad inhumana de la era actual: las guerras en Siria, Yemen, Sudán del Sur; la violencia en América Latina, la humillación de Venezuela, el abandono de los refugiados en Lesbos (Grecia), la crueldad de las leyes de «reforma laboral», el extenso terrorismo, el racismo en América del Norte, el indecible salvajismo del tráfico de drogas y armas, y de seres humanos, el flagelo de la esclavitud humana, el sistema económico eficiente y letal junto con la aceleración de la ruptura del orden ecológico que resulta en la muerte de los sistemas vivos… todos estos son signos inequívocos del advenimiento de una ¡nueva inhumanidad fundada en un paradigma antropocéntrico/individualista excluyente!

¿Cuál es el significado de nuestra IDENTIDAD Y MISIÓN, cuando el dolor es tan brutal como la tortura, la esclavitud sexual, el cáncer de huesos sin atención médica, el hambre, las quemaduras de tercer grado, el genocidio lento e indescifrable, la muerte violenta de los líderes sociales y de los profetas modernos… cuando todas estas realidades nos muestran que hay algo muy real e innegable, justo delante de nosotros? Hoy, ¿dónde encontramos a Dios? ¿Qué nos está pidiendo Dios a nosotros? Es urgente escuchar los gritos de la vida por nuestro advenimiento personal y por el advenimiento de la Congregación de la Misión y la Familia Vicenciana. Mientras escuchamos esos gritos, somos capaces de entrar en una profunda comunión y solidaridad con la humanidad y con la tierra. ¡Así es como nació el carisma y así debe ser vivido hoy! En ese contexto, tiene mucho sentido que la Congregación de la Misión sea una organización no gubernamental que, junto con otras entidades de la sociedad civil, aboga por políticas para reducir, a todos los niveles, todas las formas de sufrimiento social, existencial y estructural. En este contexto, también es bueno que implementemos, lo mejor que podamos, la intuición de la Asamblea general de 2016 para participar en obras de justicia, paz e integridad de la creación.

A la luz de tanto dolor y sufrimiento, debe haber un consenso para que toda la Familia Vicenciana fortalezca el compromiso con nuestra refundación y para una reinterpretación vigorosa y profética de nuestra identidad y nuestra misión. Es urgente fortalecer la colaboración global y multiplicar nuestros esfuerzos para cambiar la cultura socio-política y económica, ya que la práctica actual es claramente insostenible, especialmente si nos preocupa la vida de todos los excluidos, el bien común y la protección de la vida en general, en todas sus formas. Nuestra presencia en las Naciones Unidas nos obliga a permanecer unidos a la globalidad y a contribuir (desde nuestra identidad y misión) a esta agenda común que, para nosotros, está arraigada en el Evangelio de Jesús y en su pasión por el Reino.

Nuestra respuesta a la pobreza siempre tendrá que adaptarse a las circunstancias de tiempo, lugar y cultura. Sin embargo, hay algunas características que hacen que esa respuesta sea única para nuestro ser y nuestra forma de actuar: por su conocimiento de las personas que viven en la pobreza, por su respeto por la dignidad de la historia humana y por su amor que se expresa. En el servicio y en su lucha por la justicia, los vicencianos siempre tomarán una posición a favor de la vida en todas sus formas. Celebramos la vida en aquellas comunidades donde compartimos la palabra y partimos el pan eucarístico con pasión y competencia.[2]

Nuestro propósito colectivo (una comprensión que fue desarrollada por san Vicente) no puede ser separado del destino de los pobres y hoy, del destino del planeta. Hoy debemos recuperar el entendimiento que san Vicente tuvo de la «evangelización» como una acción de cuidado integral para los más abandonados (material y espiritual: TOTAL). Además, San Vicente tuvo claro, como también nosotros, que es inútil decirle a la gente que son hijos de Dios y que Cristo murió por ellos, si están muriendo de hambre, si la sociedad los desprecia. , y si los perros son mejor tratados que ellos[3].

El carisma vicenciano es nuestra herencia común, el motivo de nuestras reuniones y de nuestros desacuerdos. A la luz de los 402 años de vida y acción ininterrumpidas, nos sentimos orgullosos de este carisma, y ​​nunca dejamos de sentir la gran responsabilidad de mantenerlo vivo, encarnarlo todos los días, dejar que sea nuestra forma de ver, pensar, sentir y actuar… para discernir y reinterpretar este carisma del Espíritu desde la perspectiva de los desafíos de nuestra historia moderna del caos y la esperanza. VIN-JPIC quiere contribuir a la revitalización constante de nuestro don común: ¡el carisma vicenciano!

[1]Leonardo Boff, La tierra esta en nuestras manos: nueva visión del planeta y de la humanidad, Sal Terrae, España, 2015, p. 83.

[2]Cfr. Joe Foley CLAPVI artículo de 2019

[3]Autor desconocido: cf. http://vincentians.com/es/san-vicente-de-paul-y-la-avangelizacion/