Para mí, es una gran alegría poder hablar sobre el querido consocio Antonio Federico Ozanam, uno de los fundadores de la Sociedad de San Vicente de Paúl, en 1833. Mas son tantas sus cualidades y ejemplos de vida que, con toda seguridad, una crónica como esta poco puede llegar a decir sobre ese hombre santo, beatificado por la Iglesia Católica en 1997.
Ozanam fue un superviviente: fueron 14 hermanos en su familia, mas solo tres sobrevivieron: Alfonso, Carlos y Antonio Federico. Fue escogido por Dios para emprender grandes obras y, desde su nacimiento, su vida fue una bendición. No podemos olvidar que fue un niño enfermizo, que estuvo al borde de la muerte a los ocho años de edad. Tenía una salud frágil, pero realizó cosas maravillosas durante su breve vida. Como sabemos, falleció joven, a los 40 años, y llegó a pedir a Dios, en sus últimos momentos de vida, que le dejara vivir «un poco más» para poder educar a su hija María Josefina. Pero la Providencia Divina lo quería en el cielo.
Ozanam fue una persona de oración. Una curiosidad que pocos saben: antes de entrar en el aula (como sabemos, Ozanam fue profesor en varias instituciones de enseñanza, entre ellas la Sorbona, donde él mismo estudio dos carreras universitarias), rezaba con fervor, pidiendo a Dios que le diera una jornada de trabajo productiva y tranquila, sin conflictos con sus alumnos. También leía la Biblia a diario, y de él fue la idea de comentar fragmentos del libro «La imitación de Cristo» en las reuniones semanales de la Conferencia en la que participaba.
Ozanam fue un activista social. No solo defendía la práctica de la caridad como una manera cristiana de ayudar a quien sufre, sino fue también un ilustre abogado y periodista que luchaba por la justicia social con los medios que disponía. Por ejemplo, el diario «La Nueva Era», fundado por él, tenía como objetivo denunciar las pésimas condiciones de trabajo de los obreros parisinos. En los artículos que escribió, Ozanam proponía reformas sociales y laborales que, años más tarde, fueron incorporadas por la Iglesia en la Encíclica «Rerum Novarum», del papa León XIII.
Ozanam fue una brillante inspiración para los otros fundadores. Es evidente que la fundación de la Sociedad de San Vicente de Paúl fue un acto colegiado, pero nada habría ocurrido sin el liderazgo de Ozanam. Bailly trajo equilibrio a aquel grupo de universitarios de provincias, que soñaban con una nueva Francia, pero fue Ozanam quien tuvo una visión de vanguardia al proponer el desmembramiento de la primera Conferencia y la creación del Consejo General (para mantener la unidad de la naciente entidad). Ozanam fascinaba a todos con sus discursos a favor de los pobres, e invitaba a los jóvenes de su época a unirse a las Conferencias de Caridad, reclutando decenas de nuevos consocios.
Para finalizar esa reflexión, dejo dos preguntas para que puedan ser debatidas en la reunión semanal de la Conferencia: Para ti, ¿quién fue ese hombre santo, Ozanam? ¿Qué representa en tu vida, hoy? Estoy seguro de que las respuestas serán muy bellas. ¡Querido consocio Ozanam, damos gracias a Dios por tu vida y por haber hecho tanto bien a la humanidad!
Renato Lima de Oliveira
16º Presidente General de la Sociedad de San Vicente de Paúl
Buenísimo, soy Vicentino de alma, de corazón. Soy un gran admirador de Ozanam. Es un ejemplo de Laico. Un espejo en quien mirarse.