“Ve y haz tú lo mismo”
Deut 30, 10-14; Sal 68; Col 1, 15-20; Lc 10, 25-37.
Los mandamientos del Señor son muy entendibles, están a nuestro alcance. Con ellos nos ofrece Dios su bendición, la vida y la felicidad. Es nuestra elección hacerlos regla de vida, de vida cristiana.
San Lucas nos relata la parábola del buen samaritano. Un hombre que es atacado por maleantes queda casi muerto a la orilla del camino. Pasan junto a él, un sacerdote y un levita, conocedores de los mandamientos, y no hacen nada por él. En cambio un samaritano, que era considerado por los judíos como infiel a la Ley, cuida de él con esmero.
¿Sabemos nosotros, cristianos, los mandamientos? ¿Los hemos elegido para hacerlos norma en nuestra vida? ¿Sabemos quién es nuestro prójimo? ¿Es más importante ir a misa el domingo que cuidar un enfermo?
Revisemos con cuidado nuestras actitudes. Los cristianos nos reconocemos no por lo que decimos creer con la mente, ni por lo que confesamos creer con palabras, sino por nuestra manera de vivir eso que creemos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Corina Garza
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