¿Nos está llamando la Eucaristía a confrontar las estructuras de pecado?
Para algunos, la pregunta puede sonar extraña, especialmente cuando pensamos que la Eucaristía es el sacramento de la unidad. Pero no es así como lo ven todos los papas recientes y los obispos de los Estados Unidos.
San Juan Pablo II:
Vivido así, no sólo la Eucaristía dominical sino todo el domingo se convierte en una gran escuela de caridad, de justicia y de paz. La presencia del Resucitado en medio de los suyos se convierte en proyecto de solidaridad, urgencia de renovación interior, dirigida a cambiar las estructuras de pecado en las que los individuos, las comunidades, y a veces pueblos enteros, están sumergidos.
Papa Benedicto XVI:
Cristo, por el memorial de su sacrificio, refuerza la comunión entre los hermanos y, de modo particular, apremia a los que están enfrentados para que aceleren su reconciliación abriéndose al diálogo y al compromiso por la justicia. No cabe duda de que las condiciones para establecer una paz verdadera son la restauración de la justicia, la reconciliación y el perdón. De esta toma de conciencia nace la voluntad de transformar también las estructuras injustas para restablecer el respeto de la dignidad del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios. La Eucaristía, a través de la puesta en práctica de este compromiso, transforma en vida lo que ella significa en la celebración.
En la perspectiva de la responsabilidad social de todos los cristianos, los Padres sinodales han recordado que el sacrificio de Cristo es misterio de liberación que nos interpela y provoca continuamente. Dirijo por tanto una llamada a todos los fieles para que sean realmente operadores de paz y de justicia: « En efecto, quien participa en la Eucaristía ha de comprometerse en construir la paz en nuestro mundo marcado por tantas violencias y guerras, y de modo particular hoy, por el terrorismo, la corrupción económica y la explotación sexual ». Todos estos problemas, que a su vez engendran otros fenómenos degradantes, son los que despiertan viva preocupación. Sabemos que estas situaciones no se pueden afrontar de un manera superficial. Precisamente, gracias al Misterio que celebramos, deben denunciarse las circunstancias que van contra la dignidad del hombre, por el cual Cristo ha derramado su sangre, afirmando así el alto valor de cada persona.
Obispos de Estados Unidos
Al meditar en la Eucaristía, experimentamos el amor de Cristo por nosotros y por los demás. En la profundidad de la oración, nos sentimos tan conmovidos y sensibilizados con su amor por aquellos que sufren que las palabras de San Agustín se vuelven una realidad para nosotros: «El dolor de uno, incluso el miembro más pequeño, es el dolor de todos» (Sermo Denis). Las palabras de San Juan Crisóstomo en el siglo IV se vuelven reales para nosotros cuando reflexionamos en Mateo 25,31-46: ¿Desea honrar el Cuerpo de Cristo? No le ignores cuando esté desnudo.
Eucharist Body of Christ, Broken for the World.
El papa Francisco retoma el tema de una «cultura eucarística»
En la audiencia a los miembros del Consejo Pontificio para Congresos Eucarísticos Internacionales, el Papa Francisco insta al próximo Congreso Eucarístico en Budapest (en 2020) a ser un testigo en la sociedad moderna y secularizada, donde la fe se ha vuelto marginal. «Difundir una ‘cultura eucarística’ de ‘comunión’, ‘servicio’, ‘misericordia’ en una Europa enferma de indiferencia».
La celebración de la Eucaristía se convierte así en una cuna de actitudes que generan una cultura eucarística, ya que nos impulsa a expresar en nuestro modo de vida y nuestro pensamiento la gracia de Cristo que se dio a sí mismo en totalidad.
Los bautizados difunden así las semillas de una cultura eucarística, convirtiéndose en servidores de los pobres, no en nombre de una ideología, sino del Evangelio mismo, que se convierte en una regla de vida para los individuos y las comunidades. Vemos esto en el testimonio constante de tantos santos de la caridad, hombres y mujeres por igual.
¿Una cultura eucarística? ¿Qué será eso? Cultura es una palabra para el «modo de vida» de grupos de personas, es decir, la forma en que hacen las cosas. El papa Francisco caracteriza una cultura eucarística como una cultura de comunión, servicio y misericordia.
Cuando el mundo nos mira, ¿ven a un pueblo caracterizado por la comunión, el servicio y la misericordia?
Ir más allá de la piedad personal
¿Puede alguien leer estas declaraciones autorizadas sin escuchar el desafío de reconocer la Eucaristía como algo más que nuestra relación personal con Jesús? El Papa Juan Pablo II habla sin rodeos …
Lejos de ser evasión, el domingo cristiano es más bien «profecía» inscrita en el tiempo; profecía que obliga a los creyentes a seguir las huellas de Aquél que vino « para anunciar a los pobres la Buena Nueva, para proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor » (Lc 4,18-19). Poniéndose a su escucha, en la memoria dominical de la Pascua y recordando su promesa: « Mi paz os dejo, mi paz os doy » (Jn 14,27), el creyente se convierte a su vez en operador de paz.
No podemos retirarnos a nuestro propio mundo y ocultarnos bajo las sábanas. Debemos acudir a la Eucaristía para encontrar fuerzas para el viaje.
Para una auto-reflexión honesta…
- ¿Me sorprende esta consistente enseñanza papal?
- Si no me sorprende, ¿qué he hecho para desarrollar una mentalidad y una cultura eucarísticas?
- ¿Con quién puedo colaborar para confrontar estas estructuras manifestadas en la cultura secular?
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