¿Cómo acoger a aspirantes y visitantes?

por | May 6, 2019 | Formación, Reflexiones, Sociedad de San Vicente de Paúl | 0 comentarios

La primera impresión es la que cuenta. Haríamos bien en considerar este dicho en la Sociedad de San Vicente de Paúl, especialmente cuando recibimos visitas a nuestras Conferencias, Consejos, Obras y fiestas programadas. Si queremos que estas personas puedan llegar a ser aspirantes y, más adelante, vicentinos, debemos prestar atención a ciertos detalles que podrían comprometer la imagen de nuestra organización.

En cierta ocasión, una persona que nos visitó me dijo que renunciaba a ser vicentino porque creía que el ambiente de la Conferencia era muy sobrio y extremadamente conservador. Otro me dijo que no vio que se valorase demasiado sus opiniones e ideas. Un tercero me confió que consideraba las reuniones aburridas y poco atractivas. Así pues, nos debemos preguntar: ¿cómo estamos acogiendo a los candidatos a consocios en nuestros grupos vicentinos?

Acoger, según el diccionario, significa hospedar, recibir a alguien, amparar, dar cobijo. Cuando recibimos a una persona en nuestra casa, tratamos de ponerlo todo en orden: los muebles en su sitio, los juguetes de los niños bien guardados, retirar la ropa del tendedero, echar un último vistazo al cuarto de baño, limpiar los platos sucios de la comida, etc.

Y en nuestras conferencias, ¿tenemos estas mismas preocupaciones? ¿Están nuestras salas limpias y aireadas? ¿Está ordenado el dispensario de ropa y comida? ¿Pintadas y conservadas las paredes de la sala parroquia que usamos? ¿Son nuestras reuniones alegres, pacíficas y estimulantes? ¿Son realmente transformadoras nuestras visitas a los que socorremos, o son meramente asistencialistas? Los jóvenes y los aspirantes, ¿tienen espacio en el día a día de la Conferencia? ¿Reciben ellos encargos y misiones cada semana? ¿Procuramos mejorar las impresiones externas o estamos terriblemente apegados a nuestra propia opinión? ¿Aceptamos sugerencias, o simplemente decimos que así se ha hecho siempre?

Dar la bienvenida al visitante es plantar la semilla en tierra fértil. Como está escrito en el evangelio de san Mateo: «El sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, unos granos cayeron a lo largo del camino: vinieron las aves y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, con muy poca tierra, y brotaron en seguida, pues no había profundidad. Pero apenas salió el sol, los quemó y, por falta de raíces, se secaron. Otros cayeron en medio de cardos: éstos crecieron y los ahogaron. Otros granos, finalmente, cayeron en buena tierra y produjeron cosecha, unos el ciento, otros el sesenta y otros el treinta por uno» (Mt 13,3-9).

Esta semilla crecerá (aspirantado) y dará frutos (consocio) si cae en tierra buena, es decir, si encuentra una Conferencia «fértil».

Tenemos que hacer todo lo que esté en nuestras manos para que los recién llegados tengan una buena impresión del trabajo vicentino, de manera que, si se sienten llamados, se unan a este movimiento internacional de laicos inspirados en el carisma de san Vicente de Paúl y soñado por el beato Antonio Federico Ozanam. Los visitantes y futuros aspirantes necesitan comprender la misión llevada a cabo por las Conferencias y los desafíos que estamos dispuestos a hacer frente por la construcción del Reino.

Algunos pequeños consejos que pueden dar un nuevo «sabor» a nuestras reuniones:

  1. al principio o al final, cantar himnos vicentinos;
  2. invitar a los presentes a saludarse con la «Paz de Cristo» (la misma que en misa);
  3. invitar al visitante a que dirija la lectura espiritual, o que haga un comentario sobre ella;
  4. entregar a los nuevos una copia de la Regla, estimular su lectura y, después de leída, promover un diálogo sobre sus principios;
  5. delegar tareas, especialmente las relacionadas con la vida de las personas asistidas;
  6. mensualmente, preparar una evento especial de confraternización con aquellos consocios que cumplieron años durante el mes, rezando juntos el Rosario.

En fin, se puede hacer mucho, sencilla y eficazmente, para que la «primera impresión» sea la mejor posible, como me sucedió a mí, el 16 de abril de 1986, cuando conocí la Conferencia Santo Tomás de Aquino de Campinas, São Paulo, Brasil. Aquello fue amor a primera vista.

Renato Lima de Oliveira
16º Presidente General de la Sociedad de San Vicente de Paúl

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