Después de vivir la Cuaresma, un tiempo de penitencia y reflexión, hemos vivido la Semana Santa desde el Domingo de Ramos, que nos recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén; seguido, la pasión y la muerte y, finalmente, el momento más sublime: la resurrección de Jesús, el Domingo de Pascua.
La reflexión que se inició en Cuaresma no puede finalizar el domingo de Pascua. Nosotros, cristianos y vicencianos, debemos hacer de la reflexión en este tiempo litúrgico un impulso para nuestro día a día en todos los aspectos de nuestras vidas y, principalmente, en el trabajo que realizamos con los Pobres. Debemos estar atentos a los signos de nuestro tiempo y a nuestras responsabilidades frente a la realidad de los pobres, «nuestros amos y señores».
Al igual que la Resurrección de Jesús nos acoge y nos ilumina, necesitamos ser signo de luz y esperanza para quien clama por la justicia. Los pobres esperan la liberación total y su realización en Dios. ¡La resurrección de Jesús es algo así como la promoción de los Pobres! ¡El Señor resucitó verdaderamente, aleluya!
¡Que hagamos de la Pascua un momento para renovar nuestra opción preferencial por los Pobres!
Finalizo, deseándoos una Pascua llena de bendición para vosotros y vuestras familias, ¡y que la Pascua traiga la esperanza de una vida nueva para quienes tanto amamos, los Pobres!
Fraternalmente,
Cristian Reis da Luz
Presidente nacional de la Sociedad de San Vicente de Paúl en Brasil
Fuente: http://www.ssvpbrasil.org.br/
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