Aprendiendo a no ver la falta de vivienda

por | Abr 10, 2019 | Cambio Sistémico, Formación, John Freund, Reflexiones | 0 Comentarios

Nunca había pensado que aprendiéramos a no ver la falta de vivienda. Simplemente di por sentado que reconocería instintivamente a una persona sin hogar. ¡Tres artículos realmente me despertaron!

Conocía el creciente problema de los estudiantes universitarios que están sin hogar. Pero me sorprendió leer que uno de cada 30 estudiantes de secundaria ha sufrido la falta de hogar en el último año: «The hidden homelessness among America’s high school students» [La falta de vivienda oculta entre los estudiantes de secundaria de Estados Unidos].

¿Sabrías distinguir a un estudiante sin hogar?

Sabía del mayor riesgo de ser víctima de violencia que enfrenta una persona sin hogar. Pero Vulnerable to Hate abrió mis ojos ante la magnitud y los tipos de delitos que las personas sin hogar experimentaron en 2016 y 2017, desde la brutalidad policial hasta el apuñalamiento.

Racionalmente sabía que con toda certeza me ne encontrado con personas sin hogar, pero nunca sospeché cuántas. Al leer «Growing Up Blind: How We Learn not to See Homelessness.” [Crecer ciegos: cómo aprendemos a no ver la falta de vivienda], empecé a comprender por qué no veía la falta de vivienda que estaba justo frente a mis ojos.

Lo que ahora veo

La realidad es que la falta de vivienda puede tomar muchas y sorprendentes formas. El tercer artículo me reveló que mis estereotipos de cómo se ven las personas sin hogar me enseñaron a no reconocer a las personas sin hogar.

La definición federal de personas sin hogar incluye a aquellos que carecen de una “residencia nocturna fija, regular y adecuada”.

Esto incluye a personas y familias que viven con otras personas, debido a la pérdida de una vivienda, a menudo denominado «duplicación». Las personas que viven en refugios o ubicaciones como moteles, hoteles, parques de casas rodantes o campamentos, porque carecen de otras opciones de vivienda consistentes, pueden también ser consideradas personas sin hogar.

Las personas menores de 18 años que viven sin padre, madre o tutor y carecen de una vivienda adecuada son “jóvenes sin hogar no acompañados”.

Las personas pobres tienen más probabilidades de ser víctimas de delitos violentos y contra la propiedad, que las personas ricas. Esto es cierto independientemente de donde vivan, del color de su piel o de cualquier otro factor. En el caso de personas sin hogar, se cometen más delitos fatales contra ellos que si combinásemos todos el resto de delitos relacionados con prejuicios.

De hecho, solo hay una forma en que las personas sin hogar tengan más probabilidades de ser delincuentes. Muchas zonas han criminalizado el dormir en la calle. Pero eso es ridículo, y dormir en la calle ciertamente no me pone en peligro. La falta de vivienda no es esa amenaza fantasma.

Una vez que nos demos cuenta de eso, tenemos muchas más posibilidades de ver a las personas sin hogar.

Tienen una historia, personas a las que aman, e historias de cómo llegaron a donde ahora duermen. Es posible que sean raros, de una forma diferente a como lo somos usted y yo, pero también son sencillamente personas. Y de alguna manera, a menudo, también tienen esperanza, algo que todos podríamos usar un poco más.

Un reconocimiento más profundo de la Alianza FamVin con los Sin Hogar.

La Campaña «13 Casas» es una iniciativa de la Alianza Famvin con los Sin Hogar y tiene como objetivo mejorar y transformar las vidas de 10.000 personas sin hogar, por todo el mundo, en 3-5 años a partir de 2018. Además, ¡queremos ver 13 proyectos de Casas en cada uno de los 156 países donde trabaja la Familia Vicenciana!

La Campaña «13 Casas» se inspira en san Vicente de Paúl. Luis XIII asignó a Vicente el equivalente a un millón de dólares (a día de hoy) como donación para la misión de su Congregación en 1643. Vicente eligió usar el dinero para construir 13 casas pequeñas cerca de San-Lázaro, la casa madre de la Congregación de la Misión, para cuidar a niños abandonados. Los costos reales de estas casas fueron financiados por las Damas de la Caridad, mientras que las Hijas de la Caridad cuidaron a los niños. Al trabajar juntos, la Familia Vicenciana ayudó a miles de niños que, de otra forma, habrían muerto en las calles.

Puedes conocer mejor los orígenes de la Campaña 13 Casas pinchando aquí. También puedes descargar su folleto «13 casas».

Para vicencianos prácticos

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