El comprador está atento a los costos ocultos
La mayoría de nosotros, incluso los que no los hemos comprado nunca, somos conscientes de los costos ocultos de comprar un automóvil. Si no lo somos, corremos el riesgo de incumplir nuestro presupuesto. Los anuncios solo muestran los costos iniciales. Dicen muy poco de los costes ocultos.
- Gastos de financiación
- Tasas de impuestos estatales y locales
- Tasas de licencia estatal
- Primas de seguros
- Estimaciones de gasto de combustible
- Costos de mantenimiento y reparación
- Previsible depreciación del vehículo
Un artículo reciente en el National Catholic Register que trataba sobre la Eucaristía como la lujosa comida que Dios nos prepara para nosotros me hizo pensar en otra dimensión de la Eucaristía a la que rara vez prestamos atención: su costo oculto… ¡si nos tomamos en serio lo que Jesús dijo!
El coste oculto, o quizás no, de la Eucaristía
En realidad, no es tanto un costo oculto en el caso de la Eucaristía. ¡Jesús fue claro al respecto! Creo que es más un caso de nuestro enfoque egocéntrico en lo que Dios hace por nosotros en la Eucaristía que en lo que Dios nos pide que hagamos en la Eucaristía.
¡Veamos los costos básicos y completos de la Eucaristía!
Después de la cena, Jesús se puso de pie, tomó una toalla y un cuenco, y luego lavó los pies de los discípulos, algo que un siervo humilde haria por su maestro. Se convirtió en su sirviente. Pero sabiendo que no lo entendían, les preguntó deliberadamente. «¿Entendéis lo que he hecho?» Y luego se lo explicó… ¡muy directamente!
Yo, vuestro Señor y Maestro, os he lavado los pies. Quiero que os lavéis mutuamente los pies. Para enfatizar, incluso agregó: «¡Haced esto en memoria mía!» Estas no eran palabras vacías. Al día siguiente, demostró que lo decía en serio cuando sufrió y murió para mostrarnos el amor de Dios.
Quiere que nos enfoquemos en la acción… la acción de cada día. Esto es lo que él quiere que hagamos… todos nosotros… lavarnos los pies unos a otros. El costo, o más bien la respuesta, al ejemplo de Jesús, es imitar a Jesús.
Su foco no estaba en lo que nos daba con su presencia, sino en lo que nos pide que hagamos. Su enfoque explícito no estaba en el papel de un sacerdote… sino en el mandato para cada uno de nosotros.
¿Nos tomamos en serio el mandato de HACER ESTO EN MEMORIA MÍA?
Nosotros comemos la comida voluntariamente, ¿pero hacemos lo que Jesús nos pide explícitamente?
Sugiero que nosotros, en la Familia Vicenciana, prestemos más atención al mandato de Jesús. ¡Haced esto… en memoria mía! Haced lo que yo he hecho por vosotros. Somos más que una agencia de servicios sociales. Somos personas que tomamos en serio el mandato de Cristo y la Eucaristía.
En este sentido, sugiero un examen eucarístico de conciencia cada vez que escuchamos las palabras «Haced esto en memoria mía».
¿Cuándo y cómo he lavado los pies de mis hermanos y hermanas?
- Ya sean parientes o, simplemente, seres humanos,
- Se parezcan a mí… o no,
- Se hayan ganado mi amor… o no.
Hagamos verdaderamente lo que Jesús nos pidió que hiciéramos.
Pensamiento y acción eucarística
- ¿Entiendo la Eucaristía como una invitación al servicio radical?
- ¿Entiendo la Eucaristía como una llamada a tener los mismos sentimientos y pensamientos que Cristo?
- ¿Cuán dispuesto estoy a lavar los pies de mis hermanos y hermanas más humildes?
- ¿De qué maneras podría yo lavar sus pies?
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