El Niño Jesús, acostado en el pesebre, nos atrae hacia sí. Conectados verdaderamente con él, no podemos sino establecer conexiones unos con otros.
Por sus conexiones con la Navidad, la figura del pastor fácilmente despierta sentimientos de simpatía y cariño. Y se puede apostar tranquilamente que no carecen los pastores de rasgos admirables. Pues de lo contrario, no se nos enseñaría que Dios, o su Hijo, es nuestro Pastor.
Pero Jesús se llama el buen Pastor, lo que da a entender que también hay pastores malos. No, no siempre gozan de buena fama los pastores.
Por alguna razón, molesto le resulta, por ejemplo, al labrador Caín el pastor Abel. Seguramente, se molestan los labradores por las infracciones a sus fincas y cultivos por parte de los pastores. Y a los pastores, a su vez, no les gusta que su derecho al pastizal quede infringido por los labradores.
Los pastores, además, son un grupo pendenciero, por lo visto (Gén 13, 7; Éx 2, 17). Y de ellos no hay que fiarse demasiado, según un comentarista, que por tramposos se les toma a ellos Comentarios al Evangelio, Nº 4). No solo se les acusa de entrar con los animales y destrozar los apriscos ajenos, sino de ser ladrones asimismo.
E indudablemente no buscan los judíos observantes tener conexiones con los pastores. Éstos incluso pasan la noche y el sábado velando su rebaño, y viven alejados de las sinagogas y del templo. Los evitan, por tanto, cuantos rezan en la sinagoga o el templo, guardando estrictamente el sábado y las demás leyes. Los que se creen irreprochables prefieren conexiones solo con los que son como ellos.
El solo Irreprochable realmente se conecta con los reprochables para que se promuevan conexiones evangelizadoras.
Aun teniendo mala reputación los pastores, igual los elige Dios. Les revela estas cosas fascinantes y tremendas que esconde a los sabios dirigentes religiosos en Jerusalén. Quiere que los pastores se conecten con un niño acostado en un pesebre. También los quiere contemplando «al Salvador del mundo como anonadado bajo la forma de un niño» (SV.ES VI:144). Es que este niño aflorará lo mejor de ellos, es decir, los mejores rasgos de la niñez: inocencia, sencillez, confianza, capacidad de maravillarse y asombrarse. Se convertirán los pastores en niños otra vez. Y como niños, verán que no están solos cuando los desprecian los buenos y los explotan los ricos. Los acompaña, sí, Dios-con-nosotros, con su luz brillante y cálida que supera al mundo oscuro y frío.
Y conectados con este niño y conservando todas estas cosas para meditarlas, los pastores se hacen evangelizadores. Es decir, construyen amplias conexiones evangelizadoras.
Señor Jesús, la revelación en persona de la bondad y el amor de Dios, llegas como Salvador. Concédenos que, fieles a la Eucaristía que entraña un compromiso en favor de los pobres, establezcamos conexiones bondadosas y amorosas con ellos.
25 Diciembre 2018
Natividad del Señor
Is 62, 11-12; Tit 3, 4-7; Lc 2, 15-20
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