Ap 18, 1-2. 21-23; 19, 1-3. 9a; Sal 99; Lc 21, 20-28.
“Ven Espíritu Santo y lléname de ánimos”
Es en la amistad con Dios donde enfrentamos la vida de fe, haciendo el camino diario con la certeza de su presencia; y donde nos sentimos amados por Él, aun en medio de las pruebas y dificultades. Por eso nos dice Jesús: “tengan ánimo y levanten la cabeza”. No son tiempos de vivir agachados o andar de brazos cruzados.
Hoy se nos pide vivir en plenitud, buscando algo que nos dé la felicidad completa (y no pasajera).
Se nos pide ir hacia los hermanos descartados, excluidos de la sociedad y que esperan que alguien les diga que existe una vida plena –llena de sentido– que existe un Dios que libera de las esclavitudes de la droga, de la violencia, de los vicios, de las injusticias, de la exclusión, de la pobreza y del hambre.
Qué bonito cuando ayudamos (con la alegría, con el estudio, con el cariño, con el trabajo, con las misiones) a levantar a los demás, a levantar esos techos de los que están sin vivienda, a levantar al anciano que han olvidado, a levantar a nuestras familia en el respeto que se ha perdido y levantar el nivel de vida de los pobres. “Dichosos los invitados al banquete del Señor” (Sal 99).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Arturo García Fonseca, CM
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