Después de tres semanas y media, concluyó el Sínodo 2018

por | Oct 30, 2018 | Uncategorized | 0 comentarios

“El Sínodo ha sido una buena cosecha y promete buen vino”. Esta frase que el Papa Francisco pronunció el domingo 28 de este mes de octubre, a la hora del Ángelus, desde el balcón del palacio apostólico y ante miles de peregrinos, resume lo trabajado, reflexionado y vivido durante tres semanas y media en el Sínodo de los obispos. El Papa clausuró dicho día este Sínodo, que comenzó el miércoles 3 de este mes de octubre, con una Eucaristía celebrada en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.

Esta XV Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos ha sido considerada como el “Sínodo de los jóvenes”. Su lema y su tema han sido: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Por eso, la diversidad de temas que han ido saliendo en el diálogo y en la discusión de los padres y participantes sinodales, han tenido como horizonte a los jóvenes, a sus angustias y esperanzas, a su cultura y a su situación real en la Iglesia y en la sociedad actual. Teniendo siempre en cuenta algo muy específico de un Sínodo y que el Papa Francisco ha recordado más de una vez: “El Sínodo no es un Parlamento, es un espacio protegido para que el Espíritu Santo pueda actuar”.

El Documento final de este Sínodo ha sido aprobado con la mayoría requerida de dos tercios de los 268 padres sinodales. Su redacción tiene como hilo conductor el pasaje que nos narra San Lucas en el capítulo 24 de su evangelio: los dos discípulos que iban caminando a una aldea llamada Emaús. El Documento tiene 60 páginas y está estructurado en tres grandes apartados, doce capítulos y 167 números. Los tres grandes apartados corresponden a las tres incidencias fundamentales del texto lucano: “reconocer”, “interpretar”, “elegir” (“se puso a caminar con ellos”, “se les abrieron los ojos”, “se fueron sin demora”).

Puestos a destacar una serie de temas de entre todos los estudiados y reflexionados en el Sínodo y recogidos en el Documento final, podemos citar los siguientes: los jóvenes piden una Iglesia auténtica, luminosa, transparente, alegre; un número muy considerable de jóvenes no quiere nada con la Iglesia, su desconexión con ella es absoluta; dar importancia efectiva a la sinodalidad, colegialidad y corresponsabilidad en la Iglesia; los jóvenes piden que se acepte, sin reservas ni miedos, su participación en las tareas eclesiales; potenciar el acompañamiento vocacional; compromiso claro y firme contra los abusos, contra toda clase de abusos, y erradicar radicalmente las formas en las que se injertan este tipo de abusos, por ejemplo, la corrupción y el clericalismo; la presencia de las mujeres en los órganos eclesiales y en funciones de responsabilidad; el cuerpo, la sexualidad y la afectividad, proponiendo a los jóvenes una antropología de la afectividad y de la sexualidad capaz de dar el justo valor a la persona en todos los estados de la vida; favorecer el acompañamiento en la fe de las personas homosexuales; la promoción de la justicia contra la llamada cultura del descarte que afecta de lleno a los jóvenes; la preocupación por los migrantes y la acogida a los refugiados y prófugos, sin desconfianzas; contemplar a los migrantes y refugiados no como un peligro, sino como una oportunidad de enriquecimiento para las comunidades y sociedades a las que llegan y que pueden ser revitalizadas por ellos; los jóvenes piden que la Iglesia establezca departamentos especializados para la cultura y la evangelización digital.

Como suele ser habitual al concluir los Sínodos de los obispos, éstos publican un mensaje o comunicado al pueblo de Dios, partiendo de lo tratado en el aula sinodal. En esta ocasión, los padres sinodales han publicado una breve “Carta a los jóvenes” de todo el mundo (al final de este artículo, ponemos la carta íntegra).

Se trata de una carta de “esperanza, de confianza y de consuelo”. Una carta donde los obispos piden a los jóvenes que “nuestras debilidades no os desanimen, que la fragilidad y los pecados no sean la causa de perder vuestra confianza”. Y subrayan: “La Iglesia es vuestra madre, no os abandona y está dispuesta a acompañaros por caminos nuevos, por las alturas donde el viento del Espíritu sopla con más fuerza, haciendo desaparecer las nieblas de la indiferencia, de la superficialidad, del desánimo”.

Celestino Fernández, C. M.
Fuente: http://misionerospaules.org/

Carta de los padres sinodales a los jóvenes

XV Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos 2018

Nos dirigimos a vosotros, jóvenes del mundo, nosotros como padres sinodales, con una palabra de esperanza, de confianza, de consuelo. En estos días hemos estado reunidos para escuchar la voz de Jesús, “el Cristo eternamente joven” y reconocer en Él vuestras muchas voces, vuestros gritos de alegría, los lamentos, los silencios.

Conocemos vuestras búsquedas interiores, vuestras alegrías y esperanzas, los dolores y las angustias que os inquietan. Deseamos que ahora podáis escuchar una palabra nuestra: queremos ayudaros en vuestras alegrías para que vuestras esperanzas se transformen en ideales. Estamos seguros de que estáis dispuestos a entregaros con vuestras ganas de vivir para que vuestros sueños se hagan realidad en vuestra existencia y en la historia humana.

Que nuestras debilidades no os desanimen, que la fragilidad y los pecados no sean la causa de perder vuestra confianza. La Iglesia es vuestra madre, no os abandona y está dispuesta a acompañaros por caminos nuevos, por las alturas donde el viento del Espíritu sopla con más fuerza, haciendo desaparecer las nieblas de la indiferencia, de la superficialidad, del desánimo.

Cuando el mundo, que Dios ha amado tanto hasta darle a su Hijo Jesús, se fija en las cosas, en el éxito inmediato, en el placer y aplasta a los más débiles, vosotros debéis ayudarle a levantar la mirada hacia el amor, la belleza, la verdad, la justicia.

Durante un mes, hemos caminado juntamente con algunos de vosotros y con muchos otros unidos por la oración y el afecto. Deseamos continuar ahora el camino en cada lugar de la tierra donde el Señor Jesús nos envía como discípulos misioneros.

La Iglesia y el mundo tienen necesidad urgente de vuestro entusiasmo. Haceos compañeros de camino de los más débiles, de los pobres, de los heridos por la vida.

Sois el presente, sed el futuro más luminoso.

Ciudad del Vaticano, 28 de octubre de 2018

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