Como estamos en septiembre, como miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl y de la gran Familia Vicenciana, en este mes hay dos días muy importantes. Para muchos canadienses y nuestros amigos estadounidenses que viven en los estados del norte, creo que septiembre nos da la oportunidad de reflexionar sobre un verano ocupado y a menudo caluroso, mientras nos preparamos para el frío y la nieve del invierno. Es un momento en que volvemos a nuestras rutinas habituales de trabajo, reuniones y, tal vez, comenzamos algún nuevo proyecto.
Además, celebramos las festividades de Federico Ozanam, el 9 de septiembre, y de san Vicente de Paúl, el 27 de septiembre. Estos dos días especiales pueden brindarnos tiempo para reflexionar sobre lo que estos dos hombres significaron para nuestras organizaciones/congregaciones y cómo sus acciones y palabras siguen siendo relevantes en el mundo de hoy. Cuando considero a ambos hombres, creo que destaca, como una guía para todos nosotros, su dedicación a no solo decir las cosas correctas, sino a comprometerse con las acciones necesarias para realmente hacer posible un cambio efectivo. Si bien términos tales como cambio sistémico fueron seguramente desconocidos en su época, esto es exactamente lo que propusieron y, a menudo, promulgaron.
Vicente provocó algunos cambios importantes en la forma como operaban las iglesias y las órdenes religiosas. También se dio cuenta de la importancia de incluir tanto a los laicos en general como a la gran contribución que las mujeres, tanto laicas como religiosas, podían hacer. La Congregación de la Misión, las Damas de la Caridad y las Hijas de la Caridad son ejemplos de su deseo de establecer formas efectivas de hacer que la Iglesia Católica y nuestra fe se involucren con aquellos que viven en la pobreza, a través de una relación personal.
Federico también vio el gran valor del trabajo de Vicente y lo llevó a otro nivel, al ayudar a formar la Sociedad laica de San Vicente de Paúl. Utilizó las palabras de Vicente para inspirar a sus compañeros cuando comenzaban su misión visitando a los pobres en sus hogares.
Celebremos las fiestas de Vicente y Federico por nuestro propio compromiso con sus ideales y renovemos nuestros esfuerzos por la caridad y la justicia para todos. No es suficiente simplemente hablar u orar sobre el servicio a los necesitados. Debemos actuar y siempre buscar justicia para aquellos a quienes servimos. Que Dios nos bendiga a nosotros y a nuestras obras de caridad y justicia y que Él bendiga verdaderamente a nuestros vecinos necesitados en su lucha diaria contra la pobreza.
Sobre el autor:
Jim Paddon vive en London, Ontario, Canadá y es ex-presidente del Consejo Regional de Ontario de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Actualmente es presidente del Comité Nacional de Justicia Social de la Sociedad en Canadá. Está casado con su querida esposa Pat y tienen seis hijas y once nietos. Jim ha sido miembro de la Sociedad desde los años 70.
Las opiniones expresadas son las opiniones del autor y no representan oficialmente las de la Sociedad de San Vicente de Paúl.
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