Jesús nos llama a aprender de él, pues es manso y humilde de corazón. Por lo que sale de dentro de nuestros corazones nos revelamos o verdaderos o falsos discípulos.
Ponen en cuestión los fariseos y los escribas la observancia religiosa de los discípulos de Jesús. Y éste, que sabe lo que hay dentro de cada persona, responde en seguida a los inquisidores. Les llama hipócritas, pues honran a Dios con los labios, pero sus corazones están lejos de él. Y falsa les resulta su religión, poniendo ellos tradiciones y preceptos humanos por encima de los mandamientos de Dios.
Es decir, son sepulcros blanqueados los fariseos y los escribas, hermosos por fuera. Pero por dentro están llenos de huesos de los muertos y podredumbre. Los fariseos y los escribas parecen ser justos por fuera. Por dentro, sin embargo, están llenos de codicia y de maldad.
Así que, como aclara Jesús luego, lo decisivo es lo que guardamos en nuestros corazones. De ahí salen las cosas que indican si somos de él o no.
Y pertenecen seguramente a Jesús los que no obran por egoísmo o por ostentación. Humildes de corazón, consideran siempre superiores a los demás. No son de ninguna manera como los que vienen a inquirir con malicia. Éstos buscan mostrarse superiores a los que no siguen la tradición de los mayores. Y están maniobrando para colocarse en puestos de poder.
Además, la mansedumbre de los de Jesús se manifiesta en su accesibilidad. Las palabras que salen de dentro de si mismos purifican y tranquilizan. Una palabra que sale del corazón es suficiente para llevar a Dios incluso a los más enfadadosos (SV.ES IX: 916). Sus palabras llevan a la unión, no a la división, aun cuando llaman al pan pan y al vino vino. No mienten, desde luego, para seguir encumbriendo la maldad que hay dentro.
Los de Jesús buscan también los intereses de los demás. Es pura su religión: atienden a los necesitados; no se dejan manchar por el mundo de codicia, opresión y explotación.
Señor Jesús, entregas tu cuerpo y derramas tu sangre por nosotros. Haz que comulguemos. De lo contrario, no tendremos vida dentro de nosotros.
2 Septiembre 2018
22º Domingo de T.O. (B)
Dt 4, 1-2. 6-8; Stg 1, 17-18. 21b-22. 27; Mc 7, 1-8. 14-15. 21-23
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