Chaves, 20 de julio de 2018 (Ecclesia) – Juventud Mariana Vicenciana (JMV) organizó una Misión Joven en una «realidad de vivencia de la fe distinta» de los participantes, en las parroquias de la unidad pastoral vicenciana de Chaves, en la diócesis de Vila Real.
El proyecto de evangelización tuvo como objetivo «despertar a las comunidades hacia la fe», aprovechando «la alegría y la osadía de la juventud» para atraer a niños, jóvenes, adultos y ancianos, explica la organización, sobre la actividad que terminó este domingo.
En un comunicado enviado a la Agencia ECCLESIA, JMV informa que 12 jóvenes, provenientes de grupos del movimiento de varias zonas del país, respondieron a la invitación de participar en la misión en la diócesis transmontana.
«Para despertar en los hermanos la llama de la Fe y proporcionar una experiencia de encuentro con Jesucristo», los jóvenes vicencianos animaron, por ejemplo, momentos de oración y la litúrgica de las Eucaristías, celebraciones marianas y catequesis con agentes de pastoral, actividades lúdicas y de oración, visitas domiciliarias a enfermos y actividades en instituciones de apoyo a ancianos y jóvenes en riesgo.
Los jóvenes de la JMV «se desinstalaron de su rutina cotidiana» hacia «una realidad de vivencia de la fe distinta de la que están habituados» en las comunidades de San Esteban, Faiões, Vila Verde y Santo António de Monforte, en Chaves, Diócesis de Vila Real.
«Fue, sin duda, un tiempo de compartir y de testimonio para todo el equipo misionero», subraya el comunicado.
Los misioneros, «que recuerdan a los 12 Apóstoles», estuvieron acompañados por un sacerdote de la Congregación de la Misión (Misionero Paúles) y una hermana de la Compañía de las Hijas de la Caridad, entre el 7 y el 15 de julio.
Actualmente, JMV tiene en Portugal más de 400 jóvenes de 15 a 30 años, y más de 100.000 miembros activos en 66 países en todo el mundo.
Juventud Mariana Vicenciana tiene por objetivo acompañar a los jóvenes cristianos «en el crecimiento de su fe hasta la madurez cristiana» y «es fruto de un deseo revelado en las apariciones de la Virgen María a Santa Catalina Labouré, Hija de la Caridad, en 1830».
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