“Quien entre ustedes quiera llegar a ser grande que se haga servidor de los demás”
2 Cor 4, 7-15; Sal 125; Mt 20, 20-28.
Acabamos de hablar de la Virgen María nuestra madre. Hoy el evangelio inicia con la solicitud de una madre que intercede por sus hijos ante Jesús, es la mamá de los apóstoles Santiago y Juan. Pero ella lo hace de un modo diferente, su petición es más parecida a las que solemos hacer nosotros. Ella pide privilegios para sus hijos (hoy celebramos la fiesta de uno de ellos, de Santiago) y la respuesta dada por Jesús es muy clara: el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir. San Pablo puede terminar de aclarar nuestras ideas al hablarnos de la condición de seguidores de Jesús; la compara con vasijas de barro, igual de frágiles, pero capaces de resistir altas temperaturas de tal manera que podamos reconocer que todo poder nos viene de Dios y que somos herederos de su muerte como lo seremos de su gloria.
Pidamos a Santiago apóstol nos ayude a no buscar ser servidos, sino servidores, y a trabajar sin esperar recompensa.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Norma Leticia Cortés Cázares
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