Miq 7, 14-15. 18-20; Sal 84; Mt 12, 46-50.
“¡Ahí están mi madre y mis hermanos!”
Fue lo que dijo Jesús al señalar(nos) con su mano a quienes lo rodeaban.
¿Puedo incluirme? ¿Estoy realizando la voluntad de Dios en mi vida? Espero que sea así, que Jesús me considere entre sus hermanos.
¿Acaso estas palabras provocaron sentimientos encontrados en el corazón de la Virgen María? Yo creo que no, ¿acaso no fue ella quien le guió a la escucha de la Sagrada Escritura? Es María modelo para todos los cristianos que buscamos realizar la voluntad del Padre; ella que junto a Jesús y los apóstoles recorrió el camino del ser discípulo y misionero de la Buena Nueva de Jesús.
Pidámosle a ella la gracia de ser verdaderos discípulos de Cristo, que nos guíe como lo hizo con los apóstoles y lo sigue haciendo con tantos cristianos en el mundo.
No permitas que quien no conoce tu fe te aleje del amparo de la Virgen María. Acércate como lo hizo ella a Jesús, aún en los momentos más dolorosos sin perder la fe, buscando el abrigo de la madre que Cristo te entregó aún sin conocerte, no porque la merecieras, sino porque la necesitas.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Norma Leticia Cortés Cázares
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