Mamá, ¡cuéntame una historia!
Los padres aprenden rápidamente el poder de las historias como tranquilizador. Pero las historias que cuentan también dan forma a los valores. De hecho, las historias que cuentan son más efectivas que sus advertencias… a menos que las advertencias sean una versión corta de las historias. Aprendemos valores a través de las historias y de las historias vividas por nuestros ejemplos.
Yo aún aprendo mejor mediante historias. Una de las razones por las que gusta tanto los Hechos de los Apóstoles es que está lleno de historias. Historias sobre personas reales. Historias sobre personas que intentan dar sentido a su mundo, drásticamente modificado después de la resurrección.
Jesús conocía el poder de las historias.
Jesús conocía el poder de las historias. Observe cómo respondía a la pregunta «¿quién es mi prójimo?»: contando una historia sobre un «buen» samaritano.
Consiguió atraer su atención de inmediato. En sus mentes no existía tal cosa llamada un «buen» samaritano. Los samaritanos eran sus enemigos jurados.
Jesús sacude su comprensión del mundo convirtiendo al samaritano en el héroe. Luego, en la mejor tradición de contar historias, les hace una pregunta práctica. «En tu opinión, ¿quién actuó como buen vecino?»
¡Pillados! (¡Como deberíamos estar nosotros hoy también!)
¿De verdad quieres cambiar las cosas? ¡Cuenta una historia!
¿Quién de nosotros, con ojos para ver, no quiere cambiar la situación de aquellos que viven en los márgenes que no podemos tolerar? Como Familia Vicenciana, que vivimos con relativa comodidad, tenemos el reto de hacer algo más que vendar heridas. También debemos abordar las causas subyacentes. ¿Cómo podemos usar las historias para ir más allá de vendar heridas perpetuamente, y abordar las causas de sus heridas?
Necesitamos contar las historias de aquellos que no tienen el tipo de acceso a los medios de comunicación y las capacidades de poder que nosotros tenemos. Necesitamos ayudar a aquellos en los márgenes a contar sus historias.
Pensemos en Vicente. Inicialmente, se resistió a compartir las cartas de los misioneros que hablaban de las miserias que encontraban. Entonces, se dio cuenta de que era importante contar sus historias. Contar sus historias abrió los ojos… y las billeteras… de aquellos en posición de hacer algo para cambiar su mundo. Contar las historias en los corredores del poder ayudó a cambiar los sistemas.
Hoy, necesitamos compartir las historias de los marginados de tal manera que cuestionemos a los que las oyen para que piensen sobre lo que pueden hacer para cambiar la situación.
El resultado final… Tenemos el reto de compartir las historias de nuestros hermanos y hermanas más pequeños de tal manera que más gente se una al cambio.
En las próximas semanas presentaremos algunas de las maneras más efectivas de contar estas historias y cómo ayudarles a contar sus propias historias.
Piensa en…
- Qué historias moldearon tu vida…
- Qué historias cambiaron tu vida…
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