Gn 3, 9-15; Sal 129; 2 Cor 4, 13-5, 1; Mc 3, 20-35.
“Quien cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano”
La familia es un regalo de Dios. Aunque está sufriendo mucho con los cambios actuales, no cabe duda que la familia sigue siendo por excelencia el espacio donde se da y se recibe amor, donde se viven los momentos más gratos y plenos de la vida. Pues bien, en el evangelio de hoy Jesús plantea un gran desafío: todos los que se unen a mí para buscar cumplir la voluntad de Dios en su vida y en el mundo, crean entre sí y conmigo lazos entrañables y profundos como los de una familia. Todos los que buscan conmigo construir el Reino de Dios y sueñan con un mundo más fraterno y solidario, son hermanos entrañables, forman la gran familia de los “locos” que no se conforman con lo que el mundo les presenta hoy, que no se someten a los dictados de los imperios de todo tipo que quieren dominarlo todo. Esa gran familia de los hijos de Dios, que no nace de la sangre, sino de la tierra fecunda del evangelio.
Amemos nuestra familia de sangre y luchemos por mantenerla unida. Pero sintámonos también parte de la gran familia de Jesús, de aquellos que sueñan y construyen un mundo mejor.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón, cm
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