Hch 18, 23-28; Sal 46; Jn 16, 23-28.
“Cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá”
En el evangelio encontramos el tema de la oración hecha en nombre de Jesús.
En el Antiguo Testamento, el nombre tiene una fuerza particular, tiene el poder de la persona que representa. Hacer oración en nombre de Jesús es mucho más que una oración pidiendo la intercesión de alguien, es una oración donde prácticamente Jesús ora en nosotros. Eso implica una profunda espiritualidad, es un querer asemejarse a Cristo en todo: su forma de ser, su forma de pensar, su forma de orar, su forma de vivir, su forma de dirigirse a Dios como padre y a los hombres como hermanos.
Como diría San Vicente de Paul: “Recuerde que vivimos en Jesucristo por la muerte en Jesucristo, y que hemos de morir en Jesucristo por la vida de Jesucristo, y que nuestra vida tiene que estar oculta en Jesucristo y llena de Jesucristo, y que, para morir como Jesucristo, hay que vivir como Jesucristo” (I, 320).
El evangelio nos pide una total confianza en Dios cuando hablamos con Él en nombre de Jesucristo, porque es Jesucristo quien habla por nosotros, ejemplo de esto es la oración del Padre Nuestro, oración que Jesús hacía y que nos compartió..
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús Santoyo Mondragón, cm
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