Jesús es el buen Pastor. Conoce a sus ovejas, y ellas lo conocen y siguen. Pero huyen de los pastores a quienes desconocen y cuya voz no reconocen.
Condena Dios a los jefes que se aprovechan del pueblo. Son pastores que se apacientan a sí mismos. Por lo tanto, Dios promete destituirlos. Él mismo apacentará a sus ovejas. Las librará de las fauces de los pastores oportunistas.
Y cumple Dios su promesa al enviarnos a su Hijo. Nos apacienta, sí, mediante Jesús. Y se acredita el buen Pastor por su compasión efectiva de las gentes, porque andan como ovejas sin pastor.
Así que Jesús no es nada como los jefes o pastores explotadores. A diferencia de los que se encierran en sus intereses, Jesús busca los intereses de los demás. El buen Pastor se preocupa de sus ovejas. Por eso, busca las ovejas perdidas y descarriadas, fortalece las débiles, cura las heridas y las enfermas.
No, Jesús no abandona jamás a los suyos. Ellos le interesan sobremanera. Los ama hasta el extremo. Es decir, no huye para salvarse a sí mismo. Así custodia a los que el Padre le dio, para que ninguno se pierda, menos el hijo de la perdición.
Dando la vida por nosotros, lleva Jesús a pleno cabo su enseñanza:
Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes les oprimen. Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.
Una vez más, se diferencia enormemente el buen Pastor de los pastores que tiranizan a las ovejas severamente. Y una cosa más, el buen Pastor promueve la unidad: «habrá un solo rebaño, un solo Pastor».
Danos, oh buen Pastor, pastores según tu corazón que nos apacienten con conocimiento y sabiduría. Aseméjanos a ti a los que participamos de la mesa de tu Palabra y de tu Sacramento. Así no tendremos «la pasión de ser el maestro» (SV.ES XI:238) y distinguiremos los verdaderos pastores de los falsos.
22 Abril 2018
4º Domingo de Pascua (B)
Hch 4, 8-12; 1 Jn 3, 1-2; Jn 10, 11-18
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