Aportar el testimonio de una iglesia joven

por | Mar 8, 2018 | Noticias | 0 Comentarios

¿Qué lleva a un joven a entregar su vida en la Congregación de la Misión? El recientemente ordenado diácono José Luis Cañavate C.M., nos cuenta algo de su vocación:

—¿Cómo fue el día de tu ordenación? ¿Qué momento destacarías?

—Fue uno de los días más felices de mi vida. Estuvieron presentes aquellas personas que me han acompañado y ayudado en este camino vocacional: familia, amigos y compañeros misioneros. Desde ellos Dios se ha ido haciendo presente y ha cimentando mi vocación misionera. Destaco dos momentos: la homilía y las letanías. En el primero, el obispo don Ciriaco hizo una intervención clara y real de nuestra vida de servicio en el celibato, la cual me emocionó. En el segun­do, postrado, cantaba fuertemente las respuestas, junto con la asamblea; de esa manera, pude descargar toda la tensión que llevaba y, así, disfrutar de la celebración con tranquilidad y sosiego.

—¿Cuándo y cómo descubristes tu vocación?

—Desde el seno de la Familia Vicenciana. Desde niño estudié en un colegio de Hijas de la Caridad donde pasé a formar parte de Juventudes Marianas Vicencianas y, ahí, me encontré con los Misioneros Paúles. Todo fue un proceso de encuentro y descubrimiento con el Dios de los Pobres y de la Historia.

—¿Qué ha sido lo mejor de tu proceso de estudio y formación?

—Las experiencias de servicio que he ido realizando durante todos estos años, sobre todo, en el verano del 2015 que tuve la oportunidad de vivir dos meses en nuestra mi­sión de Honduras. Allí descubrí el sentido de tanto tiempo dedicado al estudio, por y para los Pobres.

—¿Qué quieres aportar desde tu diaconado a la sociedad y a la Iglesia?

—Como hijo de la Iglesia pretendo llevar a cabo lo que ella le pide al diácono: el servicio a la Palabra, al altar y a los necesitados. Todo ello, para ser en el mundo signo de una Iglesia acogedora de brazos abiertos que escucha, dialoga y comparte los gozos y las dificultades de sus con­temporáneos, siendo capaz de trabajar juntamente con las personas de buena voluntad que buscan un mundo cons­truido desde la justicia, la paz y el amor.

—¿Cómo estás viviendo el Año de Pastoral? ¿Qué estás descubriendo?

—El destino a Albacete ha sido todo un regalo. Es­toy encontrándome con una comunidad misionera ilusio­nada y alegre de anunciar la Buena Noticia entre los ne­cesitados de nuestra ciudad. También he encontrado una Diócesis acogedora desde su obispo, su clero y sus laicos comprometidos. Creo que esto ayuda al acompañamien­to requerido en los primeros arios de vida ministerial.

—En los próximos meses se va a celebrar el Sí­nodo sobre los Jóvenes con el lema «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional», ¿Qué le dirías a los jóvenes en relación a estas dos palabras: fe y discernimiento?

—La vocación está dentro de aquellas cualidades, sueños e ilusiones que Dios ha sembrado en nosotros. Todo ello se debe descubrir a la luz de la fe en el Dios de la misericordia para poder desarrollarlo como servicio a la sociedad y a la Iglesia, desde la manera que sea descubierta. Para ello, es necesario un buen acompañamiento espiritual y dejarse moldear por el Dios de la vida.

Publicado en la Hoja Dominical de la diocesis de Albacete (España), el 18 de febrero de 2018.

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