Nunca se me había ocurrido previamente el conectar las palabras de este santo con mi prácticas cuaresmales. Quizás fue porque él habló en otro contexto, hace más de 30 años. Esto es lo que dijo San Juan Pablo II a la Congregación de la Misión en 1986:
Más que nunca, con audacia, humildad y competencia, buscad las causas de la pobreza y estimulad las soluciones a corto y a largo plazo; soluciones concretas, flexibles, eficaces. Si actuáis así, cooperaréis a la credibilidad del Evangelio y de la Iglesia.
He citado con frecuencia las primera frase… pero, por alguna razón, la segunda se me escapó. Más sobre eso al final.
Permítanme comenzar con las palabras que más a menudo cito.
Releí las palabras de San Juan Pablo en el contexto de reflexionar sobre la Cuaresma como un momento para el cambio sistémico personal. Su enfoque en buscar causas subyacentes y soluciones a largo plazo me dio una nueva forma de ver los desafíos para mí durante esta Cuaresma.
Veo la Cuaresma como un momento para mirar las causas subyacentes de mi falta de conciencia y respuesta al llamado de Dios en mi propia vida. En momentos de honestidad, puedo reconocer cuando no estoy abierto a mí mismo y a Dios. Es tan fácil quedar atrapado en mi propio mundo… Luego están los tiempos cuando vacilo, entre la falta de disciplina y las expectativas poco realistas de mí mismo.
Las cinco virtudes de Vicente como soluciones a largo plazo
Al reflexionar sobre esto, me di cuenta de que estas son las realidades a las que se dirigió Vicente cuando describió las cinco virtudes que recomendaba a sus seguidores.
Las cinco virtudes de Vincent podrían traducirse como soluciones a largo plazo a cosas que se interponen en el camino de nuestra relación con nuestro Dios y nuestras hermanas y hermanos.
- Ser honesto (Simplicidad)
- Accesible (Mansedumbre)
- Autodisciplinado (Mortificación)
- Realista (Humildad)
- Trabajor duro (celo por las almas)
El P. Ed Udovic ve estas virtudes como expresiones de los valores profundamente cristocéntricos de Vicente. ¿Soluciones a largo plazo? Él dice que servir como Cristo Evangelizador de los pobres requiere:
- una simplicidad que busca la verdad donde sea que se encuentre, reconoce la verdad cuando se encuentra, da testimonio de la verdad mediante la palabra y vive la verdad mediante acciones que se relacionan con uno mismo, el prójimo, el mundo y el propio Dios.
- una mansedumbre que es disponibilidad personal en las relaciones que son auténticas, y por lo tanto, invitadoras, incluyentes, que aceptan a los demás, que comprenden, en igualldad y amor.
- una mortificación que es autodisciplinada y absolutamente clara sobre lo que uno cree, lo que uno valora y cuáles son las prioridades en la vida. Luego debe imponerse una autodisciplina que le permita a uno vivir estos valores de una manera consistente, integrada y efectiva.
- una humildad que es realista, lo que significa que siempre debo equilibrar creativamente las tensiones inherentes entre el pesimismo y el optimismo, sabiendo muy bien de lo que yo y otros seres humanos somos capaces y no capaces, y confiando en la gracia y la providencia de Dios como la fuerza sustentadora de nuestras vidas y, de hecho, de toda la historia de la salvación.
- un celo por las almas que es muy trabajador. Siempre hay mucho por hacer en el reino de Dios y lo que queda por hacer, tanto personal como corporativamente, no se logra fácilmente sin trabajar con la «fuerza de nuestros brazos y el sudor de nuestra frente».
Pero aún hay mas. Aquí llego a las palabras que a menudo paso por alto de San Juan Pablo. Al trabajar en estas soluciones a largo plazo, trabajamos por la credibilidad de la Iglesia y el Evangelio.
¡Los cambios sistémicos personales y sociales van de la mano!
Preguntas
- ¿Es hora de que mire las causas subyacentes de mi falta de conciencia y respuesta a la llamada de Dios?
- ¿Alguna vez pensé que, trabajando en mi cambio sistémico tanto personal como social, estoy trabajando para la credibilidad de la Iglesia y el Evangelio?
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