En esta tercera reflexión basada en la carta de Adviento del padre Tomaž Mavrič, CM, se nos invita a meditar sobre «Su amor… sigue sorprendiéndonos hoy, aquí y ahora».
Estas reflexiones semanales, basadas en la carta del Superior General, se ofrecen con el ánimo de se un ayuda para todos a prepararnos para la venida de nuestro Señor.
Puedes leer la primera meditación, «Tres pilares de nuestro modo de vida vicenciano», en este enlace y la segunda meditación, «Inventivo hasta el infinito: una presencia oculta a la vista», en este otro.
Reviviendo nuestras experiencias
Tenemos reacciones mixtas a las experiencias vitales que son poderosas. Algunos queremos revivir. Otros tenemos miedo. Algunas de nuestras experiencias nos llenan de energía, mientras que otras nos paralizan. De algunas parece que no podemos dejar de hablar. Otras, en cambio, nos reducen al silencio.
En ocasiones, nuestras experiencias son transformadoras. Es posible que no reconozcamos la transformación en el momento… Las burlas de un matón, el amor de un padre en tiempos de crisis. En otras ocasiones, nos pueden afectar con el tiempo. El poder de los eventos solo se vuelve claro en retrospectiva.
Las experiencias transformadoras de Vicente
Sabemos que san Vicente descubrió su misión a partir de dos experiencias que tuvo ya siendo sacercdote, en 1617. Sus ojos se abrieron a la experiencia de la pobreza espiritual en un área rural alrededor del pueblo de Folleville. La experiencia de la pobreza material en la ciudad de Chatillon le transformó aún más. A causa de esto, se dispuso a evangelizar a los pobres ayudándoles tanto de manera espiritual como material. Estas experiencias le encaminaron hacia su misión de llevar buenas noticias a los pobres. Le inspiraron a comenzar a predicar misiones populares y a organizar las Cofradías de la Caridad… y muchas otras iniciativas que transformaron la faz de Francia en el siglo XVII.
A menudo me he preguntado si san Vicente se dio cuenta, en los primeros momentos, de cómo estos encuentros lo afectaron. Sabemos que pasó toda la vida desentrañando estos eventos.
Eucaristía como experiencia transformadora
Como la Palabra Eterna, Jesús experimentó la comunidad de personas que llamamos Trinidad. Cuando el Verbo se hizo carne, Jesús vivió las implicaciones de relaciones mutuas con las personas. Me he dado cuenta de que la «buena noticia» es que Jesús nos invita a estos misterios de su vida y experiencia de comunidad. También me he dado cuenta de que nos pasamos la vida respondiendo a la pregunta de Jesús en la primera Eucaristía. «¿Comprendes lo que acabo de hacer al lavar tus pies?»
La Eucaristía es más que una celebración. ¡Es un mandato para hacer algo! Es un mandato a despertar y servir a los demás como lo hizo Jesús. De eso se trata el lavatorio de los pies del otro. Es un mandato para entrar en el misterio de la comunidad trinitaria. Al hacerlo, tenemos un anticipo de la comunidad del banquete celestial. Es un mandato para «hacer» (no solo asentir)… «esto (vivir a imitación de la comunidad Trinitaria)».
Hay otra pregunta. ¿Entiendes el significado de los acontecimientos en tu vida?
También hay implícito el mandato para mirar el rango completo de las experiencias de Jesús. En cada una de estas experiencias o misterios de su vida, él nos muestra lo que significa ser hecho a imagen y semejanza de la comunidad de una Trinidad de personas. Al mirar sus experiencias como Palabra hecha carne, vemos el modelo de nuestras propias experiencias mientras luchamos por reconocer el Reino de Dios, aquí y ahora.
Vemos patrones para comprender lo que experimentamos. Así, no se trata solo se lavarse los pies los unos a los otros. Es ver en nuestras vidas cómo nos introducimos en los misterios de la experiencia de Jesús a través de sus propias experiencias y lo que podemos aprender de la experiencia de Jesús. «Hacer esto» es un mandato para conectar los puntos entre lo que Jesús experimentó y lo que nosotros experimentamos.
El P. Mavric nos recuerda:
Si lo encontramos todo en la Eucaristía, es allí entonces donde:
- Jesús nos habla, aquí y ahora, desde el seno de su Madre
- Nos habla, aquí y ahora, desde el pesebre, como niño recién nacido
- Nos habla, aquí y ahora, como un niño en Nazaret
- Nos habla, aquí y ahora, como la persona enviada por el Padre, que pasó haciendo el bien.
- Nos habla, aquí y ahora, desde Su sufrimiento y muerte en la Cruz.
- Nos habla, aquí y ahora, desde su Resurrección.
- Nos habla, aquí y ahora, desde Su Ascensión.
- Nos habla, aquí y ahora, como una de las tres Personas de la Santísima Trinidad.
Revivimos cada uno de estos eventos si solo abrimos nuestros ojos. De lo contrario, estamos atravesando los movimientos de la vida, «viendo pero no viendo».
Para nuestra reflexión:
- ¿Puedo identificar las experiencias que me han transformado?
- ¿He rezado alguna vez con las palabras de Jesús: «¿Entiendes lo que he hecho?»
- ¿Puedo discernir el cómo vivo los misterios de la vida de Jesús en mis experiencias?
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