Is 30, 19-21. 23-26; Sal 146; Mt 9, 35–10, 1.6-8.
“Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas sin pastor”
Recordemos lo a este respecto nos dice el Papa Francisco en su carta apostólica a todos los consagrados: “Lo que pido a todos los miembros de la Iglesia: salir de sí mismos para ir a las periferias existenciales. «Vayan al mundo entero», fue la última palabra que Jesús dirigió a los suyos, y que sigue dirigiéndonos hoy a todos nosotros (cf. Mc 16, 15). Hay toda una humanidad que espera: personas que han perdido toda esperanza, familias en dificultad, niños abandonados, jóvenes sin futuro alguno, enfermos y ancianos abandonados, ricos hartos de bienes y con el corazón vacío, hombres y mujeres en busca del sentido de la vida, sedientos de lo divino… No se replieguen en ustedes mismos, no dejen que las pequeñas peleas de casa los asfixien, no queden prisioneros de sus problemas. Estos se resolverán si van fuera a ayudar a otros a resolver sus problemas y anunciar la Buena Nueva.
Encontrarán la vida dando la vida, la esperanza dando esperanza, el amor amando.
Espero de ustedes gestos concretos de acogida a los refugiados, de cercanía a los pobres, de creatividad en la catequesis, en el anuncio del Evangelio, en la iniciación a la vida de oración”.
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos, rueguen pues, al Dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos».
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Catalina Carmona Librado, HdC
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