Gén 3, 9-15.20; Sal 97; Ef 1, 3-6.11-12; Lc 1.26-38.
La Inmaculada Concepción de María
La iglesia ha ubicado la fiesta de hoy 9 meses antes de celebrar el nacimiento de la Virgen María (8 de septiembre). Y significa, ante todo, que la Virgen María fue preservada del pecado original desde su concepción.
El dogma de la Inmaculada Concepción fue declarado el 8 de septiembre de 1854, por el Papa Pío IX en estos términos: “La Santísima Virgen María fue preservada de toda mancha de culpa original, desde el instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano” (Bula Innefabilis Deus, 18). Por lo tanto es una fiesta en la que celebramos el Amor fiel de Dios; amor de Dios a María, a su Hijo, a la Iglesia y a todo el mundo, como rezamos en el prefacio de la misa de hoy: “Porque preservaste a la Santísima Virgen María de toda mancha de pecado original, para preparar en ella, enriquecida con la plenitud de tu gracia, una digna Madre para tu Hijo y significar el nacimiento de su Esposa, la Iglesia, toda hermosa y sin mancha ni arruga. Pues purísima debía ser la virgen que diera a luz a tu Hijo, el Cordero inocente que quita el pecado del mundo, y así a ella misma, para bien de todos, la preparabas como abogada para tu pueblo, modelo de gracia y de santidad”.
¡Así, celebremos con María, con la Iglesia y con todo el mundo! ¡Celebremos a la llena de gracia, a la aurora de nuestra salvación!
¡Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Catalina Carmona Librado, HdC
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