¿Para quién serán todos tus bienes?
Rom 4, 20-25; Sal: Lc 1, 69-75; Lc 12, 13-21.
Un hombre pide a Jesús hacer de juez con su hermano para resolver una cuestión de herencia. Jesús le dirá que no vino a ser juez. Nos dio la capacidad para resolver nuestros problemas, para ello nos dejó su vida y unos bellos principios en el evangelio que, si sabemos usarlos, podremos ir dando respuesta justa a los conflictos que se nos presenten.
Pero Jesús aprovecha para hablar de nuestra relación con el dinero. Este es un problema de todos los días.
Cuántas familias viven discutiendo o llegan a destruirse por la cuestión del dinero. Esposo contra esposa, hermano contra hermano, hijo contra padre, no digamos con otras personas.
Cuando una persona vive apegada al dinero se destruye a ella misma y destruye la familia.
Los bienes materiales son regalo de Dios usados con inteligencia y desde criterios de fe y confianza en Dios. El dinero sirve para tantas cosas buenas, tantos trabajos que se pueden desarrollar en favor de los demás. Pero, cuando el corazón se apega a lo material, destruye la persona.
Decía san Francisco de Asís: Pocas cosas necesito para vivir y las pocas cosas que necesito, las necesito muy poco. Los bienes materiales que tienes, agradécelos, úsalos inteligentemente en favor de tu familia y compártelos con quien más necesiten.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Benjamín Romo Martín, cm
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