Novena a San Vicente de Paúl: Octavo Día

por | Sep 25, 2017 | Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS 
400 años del carisma vicentino

Señor, Padre Misericordioso, que suscitaste en San Vicente de Paúl una gran inquietud por la evangelización de los pobres, infunde tu Espíritu en los corazones de sus seguidores.
Que, al escuchar hoy el clamor de tus hijos abandonados, acudamos diligentes en su ayuda “como quien corre a apagar un fuego”.
Aviva en nosotros la llama del carisma que desde hace 400 años anima nuestra vida misionera. Te lo pedimos por tu Hijo, “el Evangelizador de los pobres”, Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Padre Nuestro…

ORACIÓN A LA VIRGEN
(De los escritos de San Vicente de Paúl)

Santísima Virgen María ayúdanos a estar dispuestos a practicar las máximas evangélicas, te pedimos que llenemos de ellas nuestro espíritu, llenemos nuestro corazón de su amor y vivamos en consecuencia. Por tu intercesión ya que, mejor que ningún otro, penetraste el sentido de esas enseñanzas y las practicaste. Para esperar que, al vernos aquí en camino de vivir según estas máximas, nos serán favorables en el tiempo y en la eternidad. (cfr. XII, 114-129)
¡Oh, santísima Virgen, pide al Señor este favor, pídele una verdadera pureza para nosotros, para toda la familia vicentina! Esta es la súplica que te hacemos. (cfr. XI, 447-449). Amén.
Dios te salve…. Gloria…

OCTAVO DÍA
La guerra y los inmigrantes.

Signo: Banderas de varios países. 
Canción: Un amor ardiente a Jesucristo

Iluminación Bíblica: Mateo 20, 25-28

Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.» Palabra del Señor.

Escuchemos a San Vicente de Paúl:

Hay guerra por todos los reinos católicos: guerra en Francia, en España, en Italia, en Alemania, en Suecia, en Polonia, atacada por tres partes, en Irlanda, incluso en las pobres montañas y en lugares casi inhabitables. Escocia no está mucho mejor; de Inglaterra, ya sabéis su triste situación. Guerra por todas partes, miseria por todas partes. 
En Francia hay muchos que sufren. ¡Oh, Salvador! ¡Oh, Salvador! Si por cuatro meses que hemos tenido la guerra encima, hemos tenido tanta miseria en el corazón de Francia, donde los víveres abundaban por doquier, ¡qué harán esas pobres gentes de la frontera, que llevan sufriendo esas miserias desde hace veinte años! Sí, hace veinte años que están continuamente en guerra; si siembran, no están seguros de poder cosechar; vienen los ejércitos y lo saquean y lo roban todo; lo que no han robado los soldados, los alguaciles lo cogen y se lo llevan. 
Después de todo esto, ¿qué hacer? ¿qué pasará? No queda más que morir. Si existe una religión verdadera… ¿qué es lo que digo, miserable?…, ¡si existe una religión verdadera! ¡Dios me lo perdone! Hablo materialmente. Es entre ellos, entre esa pobre gente, donde se conserva la verdadera religión. (XI a pág. 120)

Reflexión:

El mundo ha enfrentado diversidad de conflictos que han dejado como principal víctima a seres humanos, cuya existencia al igual que la nuestra, cobra sentido y significado. Estos conflictos han generado el desplazamiento de millones de personas desde su lugar de origen a lugares antes desconocidos con el fin de encontrar la paz y la tranquilidad para ellos y sus familias. Frente a esta situación, muchos nos convertimos en observadores pasivos, que vemos pasar al extraño o al extranjero sin pan material ni espiritual; por eso, como vicentinos que somos ¿qué estamos haciendo por aquellos que necesitan de una mano amiga ante los momentos de adversidad? ¿Qué hacemos para enfrentar los estragos de la guerra desde la humanidad que nos caracteriza pero que muchas veces olvidamos?, estas realidades y sufrimientos encarnan rostros propios, rostros que tienen un nombre y que tienen vida, no son una cifra para comprobar datos estadísticos que reflejan lo mal que podemos estar como país. Estos rostros no merecen lamentaciones de nuestra parte, un simple ¡Qué pesar! merecen la dignificación de sus vidas, el respeto por sus derechos. 
De esta manera, la conmemoración de los 400 años del Carisma Vicentino nos recuerda que San Vicente también vivió en un contexto de guerra y que este fue uno de los motores que lo impulsó a donar su vida al servicio de los pobres. Por eso este mundo necesita de tantos otros “Vicentes” que sepan acoger a cada una de las personas que llegan tan maltratadas por la falta de justicia y amor, es allí donde nosotros tenemos la tarea de actuar frente a la realidad que se presenta a nuestros ojos, no podemos callar y ser cómplices desde el silencio de la vulneración de los derechos de nuestros hermanos; recordemos las palabras en la carta a los Hebreos: “No olvidéis la hospitalidad, ya que, gracias a ella, algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles” (Hb 13,2). Así que, abramos siempre nuestro corazón para recibir los enviados de Dios.

Preguntas:

• ¿Cuál es nuestra actitud frente a las personas que han vivido en carne propia el desplazamiento? 
• ¿Cómo podemos cambiar de estado para pasar de ser observadores pasivos a ciudadanos que desde acciones micro le apuestan a la transformación social? 
• ¿Cuál va a ser el sello característico como vicentinos, católicos y seres humanos que somos para la construcción de paz que tanto necesita el mundo?

GOZOS

“San Vicente de Paúl, padre de los pobres y patrono de la caridad enséñanos amar a Cristo”

Fuego de la caridad, desde el campo a la ciudad,
Como campesino o preceptor de misionero a fundador.
La llama ardiente de tu celo grita en medio de los pobres
Que te aclaman como su protector.

Cuatro siglos en el camino y tus virtudes aun brillan,
En el firmamento hay una luz que nos guía 
Con la fuerza imperativa del amor al prójimo.
Encarnado en quienes sedientos buscan la justicia.

En el horizonte fijas tu mirada,
Un amor efectivo, reclaman los pobres.
Que sea nuestra caridad inventiva hasta el infinito
Con quienes a Cristo en esta tierra representan.

En Folleville, brilló la predicación,
Invitando a la conversión con celo ferviente;
Y en Chatillón la caridad presidió
El cenáculo de gracia que allí se fundó.

¡El pueblo muere de hambre y se condena!
Amos y señores de nuestras obras son
En los campos o en la ciudad se oye
La voz de Cristo “denle ustedes de comer”

¡Oh Vicente de Paúl! Que no se halle en nosotros
Un amor que sea subjetivo, ¡donativo debe ser!,
Con el esfuerzo de nuestros brazos, 
Y en la frente el sudor, para dar a conocer al prójimo
El amor de nuestro Dios.

Misión y Caridad son las alas
Que te llevaron al cielo, 
A tú entrada, pobres y ricos te esperaban
Gozosos tu hijos, mientras Cristo te coronaba
De laureles y santidad, padre y apóstol 
La Iglesia en ti se reflejaba.

ORACIÓN FINAL 
AL CORAZÓN DE SAN VICENTE DE PAÚL

Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.
Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.
Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen

Fuente: Corazón de Paúl

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