Dt 6, 4-13; Sal 17; Mt 17,14-20.
“Si ustedes tienen fe, nada les será imposible”
La fe es un don de Dios. Es la seguridad o total confianza de que él nos ama sin condiciones, de que Jesucristo se entregó por ti y por mí del todo. Ningún obstáculo nuestro le va a impedir seguir amándonos. Esa fe –don suyo– pide de nosotros acoger la salvación que nos ofrece. Es su promesa, y nunca fallará de su parte. Jesús ha resucitado y nuestra fe y confianza se apoyan en él.
En Hebreos 11,1 se nos dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Pero esta fe nuestra también necesita ser purificada y afianzada y compartida con los demás. En las misiones populares, en el taller para líderes laicos, se les muestra cómo formar “casas de misión”,
por medio del catecumenado del padre Benjamín Bravo, se quedan sorprendidas de sí mismas de lo que llegan aser al animarles aque se sientan libres y sean creativas para realizar su tarea.
Es una oportunidad que se les presenta en su vida para echar a volar su creatividad yal compartir su fe, ellas mismas van creciendo y madurando en ella. Hay experimentan la comunidad. Con razón decía el Papa Juan Pablo II: “la fe crece cuando se comparte con los demás”.
Tu fe, ¿la compartes con los demás? ¿Cómo?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Servando Sánchez Ayala, cm
0 comentarios