¿Tienes coraje suficiente para ser servidor?

por | Jul 28, 2017 | Formación, John Freund, Reflexiones | 0 comentarios

Para la mayoría de las personas, servir significa salir de nuestra senda y nuestras zonas de confort. El Buen Samaritano del Nuevo Testamento parece ser el prototipo de salir del camino propio. El Buen Samaritano hizo todo lo posible para ayudar a otro, que era literalmente un «extraño». Incluso hoy en día algunos se maravillan de lo lejos que llegó para dar la bienvenida a un extraño y piensan en él como temerario.

Y no olvidemos a María. Tras la Anunciación, fácilmente podría haber disfrutado de la noticia que había recibido. Y probablemente pocos de nosotros nos habríamos sorprendido si ella permaneciese en su cuarto y luchase con lo que el anuncio podría significar y las implicaciones que suponía. Pero eso no impidió que María, literalmente, saliese considerablemente de su senda para visitar a su prima Isabel. Tuvo el valor de ir más allá de sí misma para servir.

Continuando la serie de reflexiones sobre el servicio a los marginados escrita por el P. Jim Cormack, CM, .famvin ofrece sus pensamientos sobre las preguntas que cree que Vicente nos haría. La pregunta de hoy: «¿Tenemos el coraje de salir de nuestras zonas de confort y servir?»

3) Coraje

Y entonces pregunto: ¿somos suficientemente valientes para servir? ¿Estamos listos para comenzar lo que bien pudiera fallar, o no mostrar resultados mensurables o discernibles? Se necesita coraje para arriesgarse, no a ser temerario, sino a ser arriesgado, para empezar algo que no podemos controlar y confiar en que habrá un camino a encontrar en la aparente locura; la vida y la plenitud requiere un enorme valor. La vida es arriesgada, aunque a menudo intentamos cambiarla y ordenarla para que no sea así. A menudo tratamos de hacer sólo lo que sabemos que podemos. El servicio a aquellos cuyas vidas están marcadas por la privación es arriesgado; la privación puede hacer que la vida parezca loca o ilógica, aleatoria, sin sentido y fuera de control. Si ayudamos a uno, tres más vienen a nuestroencuentro. Esto exige energía, sabiduría y recursos. ¿Qué hacemos cuando no podemos cambiar nada, cuando como en el Calvario sólo hay amor y presencia? El servicio de los pobres requiere coraje basado en la confianza, no en la fuerza externa. No es de extrañar que Vicente haya hablado con frecuencia y contundencia sobre la confianza en la Divina Providencia. No es ninguna sorpresa que tal confianza descansa en el valor.

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