Gén 22, 1-19; Sal 114, 1-9; Mt 9, 1-8.

“Ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados”

“El hombre, por muy abyecto que sea, siempre está a tiempo para dejar de serlo. Vivir es eso: estar todavía a tiempo…. Quizás porque soy un converso, creo más que otros en la capacidad de regeneración y de re-dignificación del ser humano”. Así lo decía Narciso Yepes, el gran concertista. Él lo aprendió en la misericordia de Jesucristo. Este Jesús que, en el evangelio de hoy, le dice al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”. Frente a mi miseria, sé que Dios me ofrece su misericordia. ¡Gracias, Señor!

Hay otro aspecto de este evangelio que me anima y me conmueve: la actitud de los camilleros, de quienes acercaron a Jesús al paralítico. ¿A quién hemos acercado nosotros, incluso entre nuestros familiares y conocidos? ¡Tantos que esperan que alguien los mire y los acerque al Señor! ¡Tantos que lo han hecho con nosotros con su palabra y su hermosa manera de vivir!

¿Cómo no sentirnos llenos de gratitud por las misericordiosas formas como Dios nos ha salido al encuentro con su perdón y su gracia?

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm