«Es muy difícil empezar de cero en otro país»

por | Jun 22, 2017 | Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

«Fui forastero y me acogisteis» es el lema que nos guía a todos los vicencianos durante este año 2017, en el que celebramos el 400 aniversario del carisma.

La historia que ahora presentamos se hizo viral hace apenas un mes: un muchacho de un colegio secundario del barrio porteño de Recoleta, en Buenos Aires (Argentina), le pedía disculpas a su profesor por no conocer bien el español, y no disponer de las herramientas para poder responder las preguntas de un examen.

El estudiante, de origen guaraní, le pidió ayuda a un compañero de clase para redactar este mensaje:

«Perdón profe por no completar. Es que no entiendo nada y tengo mucha vergüenza para hablar porque no sé hablar mucho en castellano, sólo en Guaraní. Te pido una disculpa, profe, perdón. Espero que me entienda, porque es muy difícil empezar de cero en otro país».

Conocemos, con mayor o menor cercanía, los inmensos problemas y dificultades que atraviesan los refugiados y los obligados —por distintas causas— a dejar su lugar de residencia, para insertarse en una sociedad que le es extraña e incluso amenazadora. Poniéndonos en su lugar, apenas podemos imaginar el grado de aislamiento y soledad que pueden sufrir. Hoy en día, cuando los desplazados es un tema candente en nuestras sociedad global, los vicencianos nos debemos concienciar que ellos son el rostro de Cristo en la tierra, y que estamos llamados a ser sus defensores y a acogerlos de la mejor manera posible.

Muchas veces decimos que los pobres son nuestros maestros. El joven guaraní nos esta dando varias lecciones, y no poco importantes:

  • El dolor y el desamparo que sufren los pobres, desplazados y refugiados no es algo intangible, es muy real: es una pobreza ante la que hay que actuar diligentemente y sin demora, como quien va a apagar un fuego, como dijo san Vicente de Paúl.
  • Dice el joven que «siente mucha vergüenza». Para mí —es mi impresión— los que deberíamos sentir vergüenza somos los demás, que pudiendo facilitar (=hacer más fácil) la vida de los pobres, ponemos en cambio todo tipo de barreras (burocráticas, políticas, sociales…) a que puedan vivir una vida digna y estable. Somos nosotros los que debemos pedir perdón. «Solo por tu amor te perdonarán los pobres el pan que les des», se decía en la famosa película Monsieur Vincent, poniéndolo en boca de san Vicente de Paúl. Solo por nuestro amor hecho acción recibiremos el perdón de los pobres y, por consecuencia, el perdón de Dios.
  • Es muy difícil empezar de cero en otro país… En alguna ocasión he tenido que escuchar, lleno de vergüenza, algunas afirmaciones que tildan a los refugiados de «terroristas» o «vagos»… como si el hecho de dejar su hogar fuese un plato de buen gusto. ¡No añadamos más tristeza a la que ya sufren por su situación!

¿Podemos hacer algo? ¿Qué haría san Vicente en nuestro lugar, en nuestra ciudad o barrio, en nuestro grupo vicenciano, en nuestra parroquia? Deben de ser las preguntas que laceren nuestro corazón hasta que sepamos dar una respuesta adecuada a la tremenda injusticia que están sufriendo millones de desplazados, que están desamparados e ignorados por los poderosos del mundo.

Que nuestra posición sea clara: al menos los vicencianos hemos de estar, siempre, del lado de los pobres.

Javier F. Chento
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Etiquetas: famvin400

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