Hch 18, 1-8; Sal 97; Jn 16, 16-20.
“Su tristeza se convertirá en gozo”
No sé si ustedes han estado en un convento de monjas o monjes de clausura. Yo sí, varias veces, y siempre tengo la sensación de estar frente a almas simples que, desde su vida sencilla, transparentan un gozo interior inexplicable, como escuchar una música suave que brota del corazón. Siempre experimento estar frente a personas que han descubierto un secreto muy grande, el secreto de la verdadera felicidad. Y al salir, siempre siento dejar un espacio habitado por la verdad de la vida, para entrar en un mundo turbio donde todo se maquilla y se distorsiona.
Pensaba en ello al leer el evangelio de hoy. Jesús habla de su próxima muerte y resurrección. Dejarán de verme un poco, les dice a los apóstoles, pero luego me volverán a ver (resucitado) y su tristeza se acabará, sólo tendrán gozo infinito.
Quien se ha encontrado con Cristo Resucitado, experimenta en sí como una propia resurrección.
Todo lo muerto (la esperanza, los sueños…) y todo lo oscuro (la tristeza, el miedo, la fragilidad, la tentación, el resentimiento…) es iluminado con una luz de amanecer que cura todo. Es ahí, en el encuentro con Cristo Resucitado, donde se encuentra la verdadera alegría.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero, cm
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