Hch 15, 1-6; Sal 121; Jn 15, 1-8.
“Yo soy la vid, ustedes los sarmientos”
A través de una imagen, Jesús nos dice quién es él y cómo quiere relacionarse con nosotros. La imagen es la de la vid que, enraizada en la tierra, da origen y alimenta a los sarmientos, las guías que se extienden y en las que crecerán las uvas, frutos dulces y sabrosos.
Nos habla de una relación vital: de mí recibirán la energía que los hará crecer, desarrollarse, florecer y dar frutos. En mí encontrarán la fuerza que los hará elevarse, escalar y superar obstáculos para ofrecer generosos frutos, que alegren el paisaje y la vida de los demás.
Unidos íntimamente a mí tendrán una vida llena de posibilidades. Separados de mí serán leña seca, sin vida auténtica, sin futuro: “Sin mí nada pueden hacer”.
Señor Jesús, tronco vital y generoso, quiero injertarme en ti y recibir de ti la sabia de una vida con sentido y con futuro.
Quiero crecer y elevarme y desgranarme en frutos sabrosos que mis hermanos coman. Frutos que sacien un poco la sed y el hambre; frutos que alegren los pasos cansados y tristes; frutos que devuelvan la esperanza; frutos de amor. Injertado en ti, vid verdadera, tronco vital y generoso.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero, cm
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