Novena a Santa Luisa de Marillac, día 7

por | May 6, 2017 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Hace 400 años, Dios puso en el corazón de San Vicente el deseo ardiente de entregarse por entero al servicio de los más pobres, y más adelante conocería a su gran amiga y compañera de misión, a quién le confio en primer lugar las Cofradias de la Caridad y luego el nacimiento de las Hijas de la Caridad. Te invito a que juntos vivamos esta novena como un espacio para descubrir las muchas facetas de santa Luisa de Marillac, a través de sus escritos más relevantes, que estos nueve días sean para nosotros de gran amor y piedad para que al celebrar esta fiesta el 9 de Mayo nos unamos a toda la iglesia para clamar a una sola voz que nuestro carisma Vicentino aún sigue vivo. Autor: Andrés Felipe Rojas Saavedra.

Pobreza y entrega a Cristo

– En el nombre del Padre …..

– Oración: Oh Dios, que suscitaste en el corazón de Santa Luisa de Marillac el celo por la salvación de las almas y alentaste en ella el amor hacia tu hijo Jesucristo en la persona de los más pobres, enséñanos de ella, la virtud de la humildad, la sencillez y la caridad que la caracterizaron en su obra apostólica. Danos Señor te lo pedimos un corazón como el suyo capaz de ser fieles a la vocación y con el deseo ferviente de ser constructores de familias santas entregadas al apostolado de la Iglesia, para que se pueda construir en medio de los que sufren el Reino de los cielos con justicia y caridad. Amén.

– Palabras de Santa Luisa:

“Que esté siempre en mi corazón el deseo de la santa pobreza, para que libre de todo, siga a Jesucristo y sirva con toda humildad y mansedumbre a mi prójimo, viviendo en obediencia y castidad toda mi vida, honrando la pobreza de Jesucristo, que Él guardó con tanta perfección. Que mi primer pensamiento, después del descanso de la noche sea para Dios, haciendo un acto de adoración, de acción de gracias y de abandono de mi voluntad en la suya santísima y con la vista puesta en mi miseria e impotencia, pediré la gracia del Espíritu Santo, en la que he de tener una gran confianza, para que se cumpla en mí su santísima voluntad, que será el único deseo de mi corazón.”

– Fragmento de su biografía

Las Hijas de la Caridad
Las Hijas de la Caridad aumentaban en número y fundaciones de una manera incesante. Las jóvenes encontraron en ellas una respuesta apropiada a sus necesidades. Entonces a las jóvenes pobres les era casi imposible ser religiosas, a no ser ‘legas» para el trabajo, a causa de la dote que debían llevar al convento. Pero las Hijas de la Caridad no pedían dote, pues no eran religiosas de clausura. Su vida, pobre en vivienda, en el vestido y en la comida, la ganaban con el trabajo. La Compañía de las Hijas de la Caridad era una Cofradía de Caridad, una Asociación de seglares. Se hicieron populares por las calles que eran su monasterio y las casas de los enfermos que eran su claustro. Fueron las primeras hermanas que vivían sin clausura, aprobadas por la Santa Sede. La sencillez, la cercanía al pueblo y la cordialidad con que atendían a los pobres, les ganó el corazón de la sociedad. De toda Francia llegaban jóvenes para «servir a los pobres, sus amos y señores», les decía San Vicente. Viviendo Luisa entraron alrededor de quinientas jóvenes sólo en Francia. Y de toda Francia y de Polonia las llamaban para los hospitales y las escuelas de niñas.

– Reflexión personal.

– Gozos de Santa Luisa.

Oh Santa Luisa modelo de mujer creyente
Misionera y maestra de la caridad
Enséñanos a llevar a Cristo
Comunicando a otros el verdadero amor.

Enamorada fuiste, de Jesús sacramentado
Que tu ejemplo nos inspire
En estos 400 años para mostrar a otros
El cristo crucificado.

Esposa y madre que con gran ejemplo
Oraste y perseveraste para que
Tu hogar, terruño de amor, fuese
Un ejemplo del hogar de Nazaret santo.

Mística y maestra de oración,
Al Maestro con amor pintaste
Y al pernoctar en la lóbrega existencia
Entregaste a él tu mejor cuadro: tu vida santa.

Gran devota de la Madre del Cielo,
Su inmaculada concepción proclamaste,
Con gran fe y con amor, única Madre
De la compañía nombraste.

Formadora grande de las hijas de la caridad
Que con San Vicente la misericordia propagaste
Tu silencio y tu ciencia, crearon de Francia
Un ejemplo de caridad cristiana.

Ahora nosotros con amor y regocijo,
En el camino de todo vicentino,
A ti te cantamos a una sola voz,
Porque tu vida como ejemplo nos dejaste.

– Oración final:

Santa Luisa de Marillac, esposa fiel, madre modelo, formadora, misionera y maestra. Ayúdanos a alcanzar del Señor, las mismas virtudes que alentaron tu vida para entregar por completo la nuestra al servicio de Jesucristo en la personas de los más pobres, de los enfermos y de los desamparados. En tu protección confiamos la misión de toda la familia vicentina, los trabajadores sociales y la de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que trabajan por la construcción del Reino de Dios, para que fieles al llamado de nuestro Señor Jesucristo sean agentes de la paz y la reconciliación. Amén.

Fuente: http://www.corazondepaul.com/

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