1Cor 15, 1-8; Sal 8; Jn 14, 6-14.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”
La Iglesia siempre celebra con especial alegría la fiesta de cada uno de los Apóstoles, esos amigos cercanos de Jesús que fueron elegidos por él, lo acompañaron a lo largo de su ministerio y, después de la resurrección, dedicaron su vida a dar testimonio de lo que vieron y oyeron, de lo que aprendieron y experimentaron a su lado. Su testimonio fundamental es que Jesús, al que habían visto crucificado y muerto, les salió al encuentro vivo, resucitado. Y que desde ese momento entendieron que Jesucristo era un manantial de vida y de verdad porque en él actuaba la vida inagotable de Dios. Entendieron que otros caminos siempre conducirán a laberintos enredados de los que el hombre difícilmente podrá escapar. Entendieron que en él podían ver la verdad definitiva sobre el hombre y su destino. Entendieron que sólo en Jesús su vida podría encontrar reposo.
Hoy celebramos a Felipe y a Santiago, y a ti y a mí. Celebramos haber sido, también nosotros, llamados por Jesús y enviados a dar testimonio de su vida y su verdad, único camino auténtico que el hombre puede recorrer para encontrar plenitud y paz.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero, cm
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