El padre Shijo Kanjirathamkunnel, CM, de la Provincia de India Sur, quien ahora se encuentra en la misión internacional en Ancorache (Alaska) comparte con nosotros su reflexión para la celebración de este año Jubilar. En la introducción de su articulo, afirma que
Reflexionar y vivir el carisma de cada instituto es un elemento inevitable en cada época. Es significativo celebrarlo cuando se da un hito en la historia del instituto. La iniciativa global de la Familia Vicenciana de celebrar el 400 aniversario del Carisma Vicenciana en 2017 con el tema “fui extranjero y me acogisteis…” (Mt 25,35) es un adecuado tributo a nuestro santo fundador San Vicente de Paúl, y para los vicencianos de todas las ramas de la Familia que han vivido fielmente este carisma hasta hoy.
Comprender el carisma
Carisma es una palabra que hoy en día se usa para indicar la realidad que inspiró al fundador de un instituto. Su iniciativa no es meramente humana, sino fruto de un proyecto divino manifestado en ellos por el Espíritu Santo. Charis, la gracia, es un único y total regalo de Dios. Las referencias a esta palabra en el Nuevo Testamento constantemente se dicen en singular, no en el plural charites. Hay diferentes dones, pero siempre el mismo Espíritu; hay diferentes formas de servicio, pero siempre el mismo Señor… Pero en obra, todos son uno y el mismo Espíritu Santo, que las distribuye a cada uno según su voluntad (1 Cor 12,4-11). Hay muchas maneras de vivir y transmitir este don del espíritu, la charis. Estos dones se distribuyen según la vocación de cada uno, de tal manera que la comunidad eclesial puede crecer y alcanzar una madurez completa. Pero solo hay una especial gracia aplicada a cada persona, de diferentes modos, para que cada uno pueda vivir su vida cristiana en libertad y verdad.
Carisma es el Evangelio vivido en la Iglesia a lo largo de los siglos. Cuando está en la historia de un instituto, el carisma es entregado del fundador a sus miembros. El carisma es la inspiración y dones del Espíritu Santo recibidas del fundador y basadas en las enseñanzas de Jesús. Para los miembros de un instituto religioso, el punto de referencia es la vida y obras de su fundador, pero siempre en la perspectiva de la vida de Jesús. El Evangelio se convierte en historia en la vida de los miembros del instituto religioso a través de su vida y obras, llamándose carisma.
Cuando hablamos del carisma vicenciano, nos referimos al don del Espíritu Santo dado por Dios en la Iglesia en la persona de Vicente de Paúl. Este don del Espíritu es compartido por los seguidores en diferentes instituciones y asociaciones con la misma inspiración. El carisma vicenciano se entiende hoy como la integración entre evangelización y caridad. Se refiere a servir al pobre de forma holística como Vicente hizo hace cuatrocientos años con Luisa de Marillac. El humilde intento que san Vicente hizo para servir a los demás, especialmente a los pobres, tradujo el evangelio en una realidad viva en el siglo XVII. Así respondió al desafío de los problemas sociales de su tiempo. De esta manera, evangelización y servicio se convirtieron en el carisma vicenciano. Hoy, los vicencianos de todo el mundo continúan esta humilde iniciativa de san Vicente y santa Luisa, traduciendo nuestras vidas en evangelio viviente, atendiendo a los desafíos de nuestros tiempos. Sirviendo a los pobres nos comprometemos a través de la predicación, educación, formación en la fe, servicios sociales, cuidados de la salud, misiones, formación del clero y podríamos añadir cientos de títulos a esto. Pero la base de todos nuestros servicios siempre debe ser ver a Jesús en el pobre como hizo san Vicente.
Carisma del fundador
El Concilio Vaticano segundo define como fundador a una persona que ha instituido una comunidad de vida consagrada (LG 45-46, PC 2). El Concilio no usa el término carisma del fundador explícitamente, pero mientras habla del carisma usa el término “bajo la inspiración del espíritu” (PC 1). Lumen Gentium presenta la vida religiosa como un carisma que, sin entrar en la estructura jerárquica de la iglesia, pertenece innegablemente a su vida y santidad (LG 44). Fue el Papa Pablo VI quien introdujo el término carisma del fundador en un documento oficial del magisterio.
Sólo así podréis despertar de nuevo los corazones a la verdad y al amor divino, según el carisma de vuestros fundadores, suscitados por Dios en su Iglesia.” (Exhortación Apostólica Evangelica Testificatio 11).
Mutuae Relationes (14 de mayo de 1978), que fue elaborada en conjunto por la Congregación de los Obispos y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica fue el primero en describir “carisma del fundador”. ” El carisma mismo de los Fundadores se revela como una experiencia del Espíritu (Evang. nunt. 11), transmitida a los propios discípulos para ser por ellos vivida, custodiada, profundizada y desarrollada constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo en crecimiento perenne.” (MR 11). El documento L’ecole catholique (19 de marzo de 1977) acuñó por primera vez la expresión “fidelidad dinámica al carisma del fundador”. la importancia de este término significó que se puede ser fiel al carisma original cuando se sabe cómo responder efectivamente a los signos de los tiempos.
El carisma se ha mantenido durante los siglos. Sin embargo, no se preserva automáticamente observando las costumbres, practicando las devociones, realizando actividades apostólicas o viviendo y trabajando en una comunidad particular del instituto, sino que su permanencia es posible solo a través de una fidelidad dinámica. En otras palabras, cada miembro debe estar abierto a los signos de los tiempos siendo uno con la visión inicial del fundador, de cara a mantener la identidad del carisma en sus desarrollos renovados. Es esencial descubrir el carisma del fundador, pero no debe limitarse a una mera investigación de los documentos originales. Debe haber un estudio que se convierta en movimiento dinámico. Cada instituto debe poder descubrir el carisma del fundador y expresarlo en lenguaje contemporáneo y adaptado a los signos de los tiempos.
C. Futrell escribió:
el carisma del fundador de cualquier comunidad religiosa es cómo se viva el carisma ahora”. El carisma no tiene una existencia viva si no se convierte en una realidad concreta a través de los miembros actuales, que están llamados por el Espíritu Santo para servir siguiendo la visión y dinamismo que el fundador recibió como don del mismo Espíritu Santo. Hoy, el carisma del fundador no solo se hace realidad a través de los miembros del instituto, sino que, más ampliamente, es una realidad en la iglesia a través de la vida de los fieles. La inspiración y los dinamismos del fundador no se ve limitado por los miembros del instituto, sino que es un don para todo el mundo.
Conclusión
En este momento, en el que celebramos el 400 aniversario de nuestro carisma, las celebraciones en diferentes lugares del mundo añaden, definitivamente, significado a la vida de la Congregación de la Misión, las Hijas de la Caridad y todas las ramas de la Familia Vicenciana en todo el mundo.
Fuente: cmglobal.org
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