“El obrero de Ferrandine sabe hacer también tela gruesa de algodón con pelo por una de sus caras, tela ordinaria y tela de seda que se vende bien en el buen tiempo; acepta enseñar a las personas que quieran, para que trabajen con él: ha encontrado en venta algunos talleres totalmente equipados; sería muy conveniente que alguna persona un poco entendida fuese con él a verlos para hacer la compra. Lo bueno para la obra, tanto en lo espiritual como en lo temporal, es que no haya en ella nadie inútil, sobre todo al principio.
Sería necesario que las personas caritativas viviesen junto con las personas que se presenten para hacerse un juicio de ellas, e informarse de su vida y costumbres”.
Luisa de Marillac, E. 79 Hospicio del Nombre de Jesús. Nota informativa para el trabajo. El parecer de santa Luisa.
Reflexión:
Un burgués entregó a san Vicente 100.000 libras para los pobres. San Vicente pensó que no podía gastarlas sin hacerlas producir. Los Paúles tenían dos casas en una propiedad llamada el Nombre de Jesús. Y en ella puso telares para 20 hombres y 20 mujeres, y le encargó a santa Luisa que lo organizara. Aunque era una mujer de oración contemplativa, pisaba tierra. Tomó pluma y papel y se puso a diseñar su funcionamiento:
- Está convencida que los telares no son muy productivos ni en Paris, porque los obreros cuestan mucho y los alquileres de casas son caros. Pero ella ya tiene casa y fondos. Además, cree que Dios tiene algún designio sobre esta iniciativa, porque ha inspirado a unos tejedores ofrecerse a enseñar a los mendigos; y aunque haya que hacer mucho gasto para ponerla en marcha, confía en poder amortizarlo. Con esta obra, además, puede dar trabajo a muchas personas. Se ofrecen muchachos que la necesidad y la ignorancia llevan a ofender a Dios y podría aceptar a los que tuviesen buena voluntad. También se ofreció un buen hombre comerciante arruinado para ayudarla a montar la obra (E 78).
- E ideó una trampeja: Pidió a algunos tejedores honrados que se fingieran mendigos y los mezcló con los mendigos reales, aunque tendría que darles vino en las comidas. No era mucho gasto y enseñarían más fácilmente el oficio a los mendigos y les contagiarían un buen comportamiento. Uno de ellos era Ferrandine.
- Para no abusar de los obreros, pregunta a san Vicente los salarios que se pagan en París, sospechando que, en las afueras, donde estaban sus telares, los jornales serían más bajos (c. 443).
- Para abaratar los costes, indaga a través de las comunidades de Hermanas, como si fueran agencias, las épocas y los sitios donde comprar los materiales a precios más bajos y dónde vendería sus productos a mejor precio (c. 427).
- Es decir, estos telares eran obras de caridad, pero también obras sociales. Nadie duda de que santa Luisa de Marillac era mística con oración contemplativa, demostrando que cuanto más profunda es la oración de una persona, mayor es la luz y la fuerza que recibe del Espíritu Santo para emprender obras en bien de los pobres. Y esta luz y fuerza nos da ventaja sobre otras instituciones laicas.
- El modelo actual pueden ser las voluntarias de la AIC y Federico Ozanam y su Sociedad de San Vicente de Paúl. Leyó a san Vicente y es uno de los mejores intérpretes de su pensamiento. ¿Leyó a santa Luisa en Gobillon?
Cuestiones para el diálogo:
- Los Vicencianos ¿qué obras hemos emprendido?
- ¿Cómo las organizamos?
- ¿Son obras espirituales y materiales? ¿Caritativas y sociales?
- ¿Dónde las instalamos? ¿Para qué?
Benito Martínez, C.M.
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