Gén 6, 5-8; 7, 1-5; Sal 28 ; Mc 8, 14-21.
“Abran los ojos y guárdense de la levadura de los fariseos y de la de Herodes”
Los discípulos, “no llevaban consigo en la barca más que un pan”. Y estaban preocupados. Jesús les dice: “¿Por qué están hablando de que no tienen panes?”. En la barca de la Iglesia hay un pan único: es Jesucristo. “¿Aún no comprenden ni entienden?”. ¿Qué más quieren?
Y Jesús les advirtió además que se cuidaran de las falsas levaduras. Que no se contagien de la levadura farisaica, pue, si eso sucede, la vida se llenará de normas y de méritos y se vaciará de Dios. Tampoco se dejen manipular por las estrategias del poder político, como el de Herodes, un poder corrupto y usado contra los pequeños de este mundo y para encumbramiento personal.
Estas levaduras son contagiosas. Y, con ellas, terminaríamos menospreciando el pan verdadero. Las normas son como andaderas para ayudarnos a vivir lo importante, no para vivir en ellas. Y el poder de los puestos –como decía san Juna de Ávila– “a muchos buenos ha hecho malos y a pocos malos ha hecho buenos”. Cuídense de esa levadura voraz que corrompe el corazón.
Danos, Señor, un interior sano, y la alegre sencillez de ser por fuera lo que somos por dentro.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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