Vicente y Federico: Tan diferentes, tan similares

por | Feb 4, 2017 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Dos hombres nacidos en abril, con días de fiesta en septiembre; por lo demás, muy diferentes individuos en maneras significativas. ¿Cómo llegaron dos hombres tan diferentes a ser reconocidos apóstoles de los pobres?

Uno fue sacerdote francés en el siglo XVII; el otro, marido y padre del siglo XIX. Uno nació pobre, hijo de campesinos, y vivió 80 años; el otro era de clase media y la debilidad física que sufrió durante toda su vida lo llevó a la temprana edad de 40 años.

Federico Ozanam fue un célebre intelectual, reconocido incluso en su época, y tiene un salón de conferencias llamado con su nombre en la Sorbona. Vicente DePaul poseía una inteligencia práctica, no desarrolló tratados, escribió muchas cartas, pero no libros, y se le conoce más por sus habilidades de organización.

Mientras que Federico era gentil y piadoso, Vicente tuvo que esforzarse más para desarrollar la virtud. Para Vicente, la simplicidad era clave, «la puerta» a toda espiritualidad y, en última instancia, era su virtud favorita, como él diría; Federico hizo hincapié en la humildad y propuso como regla de guía «ni forzarnos a la mirada pública ni ocultarnos a los que quisieran encontrarnos».

Federico se volvió hacia los pobres como resultado de una conversación que desafiaba el valor de su fe; Vicente lo hizo sólo después de un encuentro personal con un campesino agonizante.

Además del enorme celo y la fidelidad a la misión que cada uno descubrió en sus viajes muy diferentes, San Vicente DePaul y el beato Federico Ozanam creyeron que Cristo se identificaba con los pobres y se le descubría más fácilmente entre ellos, dando lugar a prácticas fundamentales para toda la Familia Vicenciana:

  • No hay sustituto para la experiencia personal directa de los pobres. Una respuesta meramente institucional a sus necesidades no es nuestro estilo. Federico nos recuerda que hemos de «ir a los pobres» porque Vicente nos dice que «son nuestros señores y amos». La visita de la Sociedad de San Vicente de Paúl es un gran ejemplo de cómo estar personalmente presentes entre los pobres.
  • Nuestro servicio debe ser comunal, organizado y práctico. Trabajando juntos con personas en situación de pobreza, podemos aportar una mayor creatividad a la resolución de problemas prácticos para que la gente pueda salir de la pobreza. «El amor creativo hasta el infinito», nos recuerda San Vicente.

¿Qué significa esto hoy en día? En las muchas ramas de la Familia Vicenciana, los miembros provienen de diferentes experiencias laborales, familiares y personales. ¡Es mucho menos importante en dónde empezamos que dónde terminaremos! Lo que nos une, lo que nos identifica, es mucho más poderoso: ¡nuestro deseo de profundizar nuestra propia vida en Cristo a través del servicio práctico a los pobres!

Jim ClaffeyJim Claffey se jubiló recientemente de la Sociedad de Vicente de Paúl, en Long Island, donde se desempeñó como Director de Formación y Programas. Jim sirve actualmente como secretario ejecutivo de la Comisión Internacional de la Familia Vicenciana para la promoción del cambio sistémico.

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