Mis cinco deseos para la Familia Vicenciana durante el año 2017

por | Ene 1, 2017 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Humildemente, me atrevo a compartir con vosotros mis cinco deseos para este año que comienza, cinco pequeñas reflexiones de cómo me gustaría que creciésemos aún más como Familia Vicenciana y como Personas Vicencianas durante los próximos doce meses:

1. Profundicemos en la colaboración.

El pasado Año de la Colaboración Vicenciana (de Pentecostés de 2015 a Pentecostés de 2016) ha producido, sin duda alguna, muchos frutos, muchas buenas acciones que se realizaron en todas partes del mundo, y que han permitido conocernos, acercarnos, trabajar juntos y querernos más. No podemos, ahora, dar por cumplido el objetivo, como si la colaboración fuese una acción puntual y ya terminada. Hay mucho que avanzar aún; debemos profundizar en este aspecto, y conseguir que la Familia Vicenciana estreche sus vínculos y amplíe sus lazos, para más y mejor servir a los pobres.

2. Aprovechemos la oportunidad del 400 aniversario para conocer mejor nuestro carisma dentro de la Iglesia.

Hace 400 años, san Vicente de Paúl pasó por varias experiencias (Folleville, Châtillon…) que le marcaron profundamente y que constituyeron el punto de arranque de un importante giro en su vida, naciendo a partir de entonces una nueva familia espiritual dentro de la Iglesia, a partir de la experiencia de Vicente y de Luisa, dedicada exclusivamente al servicio y evangelización de los pobres.

Seguramente tendremos oportunidades de reunirnos localmente y profundizar durante este año en nuestra llamada, nuestra vocación de servicio siguiendo a Jesucristo evangelizador de los pobres. En .famvin, en Vinformation y en Vicencianos tendréis tres plataformas que procurarán ayudaros a profundizar en este aspecto vital de conocernos mejor para ser más fieles a nuestro carisma.

El lema que se nos propone («Fui forastero y me acogisteis») es de plena actualidad, en estos tiempos donde el movimiento de personas que huyen de las guerras, de la devastación y la pobreza, los refugiados que buscan un lugar mejor donde vivir. ¿Qué podemos hacer nosotros, vicencianos, ante estas realidades?

3. Trabajemos por acercar a los jóvenes a las diferentes ramas de nuestra Familia.

En algunas partes del mundo, y en algunas ramas de la Familia Vicenciana, se está sufriendo el desgaste del envejecimiento de sus miembros. ¿Qué podemos hacer para atraer a más jóvenes a las ramas que necesitan rejuvenecerse? ¿Cómo podemos transmitir mejor la alegría y el entusiasmo que nos provoca el seguir a Jesucristo tras los pasos de san Vicente de Paúl? ¿Puede, tal vez, haber algún tipo de colaboración entre las distintas ramas para que miembros de unas sigan su proceso vicenciano —a la par que crecen las personas— en otras ramas más acordes con su edad?

4. Implantemos más y mejor el Cambio Sistémico.

Llevamos años hablando del Cambio Sistémico en la Familia Vicenciana. Su metodología ha ayudado a transformar la realidad de miles de personas a lo largo y ancho del mundo, y es un método probado que no solo asiste a las personas, sino que logra transformar su realidad, transformando su entorno y haciendo a los pobres los principales protagonistas del cambio.

¿Conocemos en qué consiste el Cambio Sistémico? ¿Lo hemos implantado en nuestras obras? ¿Podemos mejorar en esto, a nivel local?

5. ¡Conozcamos más y mejor a Federico Ozanam!

Los que me conocen saben de mi profunda devoción hacia la persona de Federico Ozanam. No es extraño, pues, que desee que toda la Familia Vicenciana conozca más y mejor la vida, el mensaje y el testimonio de este seglar del que —tengo la impresión— tenemos aún mucho por descubrir.

La inmensa mayoría de los miembros de la Familia Vicenciana somos seglares. Tenemos, en Federico Ozanam, un ejemplo de cómo concretar el carisma de san Vicente de Paúl en nuestra sociedad actual. Federico vivió tiempos turbulentos, de guerras, movilizaciones sociales, graves injusticias y pobrezas… Aunque hayan pasado más de 150 años desde entonces, la realidad no parece haber mejorado mucho y vivimos, en la actualidad, situaciones parecidas.

Federico vivió con pasión su pertenencia a la Iglesia y su servicio a los empobrecidos, en tres dimensiones que —como no puede ser de otra manera— siguen siendo plenamente válidas: [1] el crecimiento personal en la fe y en la cultura y la educación, [2] el servicio real y directo a los desamparados, incluso a costa de su bolsillo (dedicaba el 10% de todos sus ingresos anuales al servicio de los pobres), y [3] la denuncia de la injusticia en todos los foros en los que se hizo presente: a nivel social, educativo, político, etc…

Y, también, recemos por su pronta canonización.

Y tú, vicenciano que lees esto… ¿cuáles son tus deseos para la Familia Vicenciana, durante este año que comienza? Ánimo, compártelos con todos nosotros. Puedes hacerlo comentando esta entrada, o en nuestra página de Facebook. ¡Tu palabra es muy importante!

Javier F. Chento
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