Num 6, 22-27, 1-10; Sal 66; Gal 4, 4-7; Lc 2, 16-21.
“Encontraron a María, a José y al Niño”
En el inicio de cada año celebramos la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Con esta celebración decimos que María es Madre de Jesús y que él es Dios, entonces María es verdaderamente Madre de Dios. Este es el primero y principal dogma mariano proclamado oficialmente por la Iglesia en el Concilio de Éfeso del año 431: “Desde un comienzo la Iglesia enseña que en Cristo hay una sola persona, la segunda persona de la Santísima Trinidad. María no es solo madre de la naturaleza, del cuerpo pero también de la persona quien es Dios desde toda la eternidad. Cuando María dio a luz a Jesús, dio a luz en el tiempo a quien desde toda la eternidad era
Dios. Así como toda madre humana, no es solamente madre del cuerpo humano sino de la persona, así María dio a luz a una persona, Jesucristo, quien es ambos Dios y hombre, entonces Ella es la Madre de Dios”.
Entonces, María es la Madre de Dios no porque lo haya engendrado en la eternidad, sino porque lo engendró en la Encarnación. El Hijo Eterno, para hacerse hombre, quiso tener una madre: “al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer” Gal 4, 4. Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios, por eso María es Madre de Jesús, Dios y hombre verdadero.
Viviendo el amor a la Madre de Dios, promovamos la bendición de la paz que su hijo Jesucristo nos dejó. Así sea.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jorge Pedrosa Pérez, C.M.
0 comentarios