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Hace 130 años, los Hermanos de la Congregación de Nuestra Señora de la Merced (CMM) llegaron a la isla de Curazao para ampliar su misión. El domingo, 13 de noviembre de 2016 se hizo una conmemoración de este suceso. En 1995, los últimos hermanos partieron, pero su trabajo continúa, continuado por otros.

En 1995, la Congregación entregó la obra y los edificios a la Fundación «St. Thomas College». El año pasado, el Sr. Elfried Aniceto, ex alumno de los Hermanos y secretario de la Fundación del Colegio Santo Tomás, tomó la iniciativa de renovar la capilla, el mausoleo y la Casa de los Hermanos. Recientemente, el 28 de agosto de 2016, se abrió una exposición permanente sobre el trabajo de los hermanos en Curazao.

1886: Los Hermanos CMM parten a Curazao

El 13 de noviembre de 2016 fue un día conmemorativo para recordar a los hermanos que llegaron a la isla 130 años antes. El Hermano Lawrence Obiko, Superior General, y el Hermano Harrie van Geene, Superior General de 1990 a 2002, viajaron a Curazao para asistir a las actividades organizadas en torno a este día conmemorativo.

El 11 de noviembre, el hermano Lawrence pronunció un discurso sobre los tres primeros hermanos que fueron enviados como misioneros desde los Países Bajos a Curazao. El punto de partida era la famosa foto de los tres hermanos misioneros, recibiendo la bendición del Padre Superior de Beer antes de salir de la Casa Madre en Tilburg.

Los tres primeros hermanos

El hermano Ludgerus Dülmer (1853-1887) era carpintero. Fue elegido para preparar los edificios, los muebles y otras cosas prácticas. Lamentablemente enfermó (las crónicas mencionan la Fiebre Amarilla), y pasaría más tiempo en el hospital que en la casa de los Hermanos. Murió siete semanas después de su llegada y fue enterrado en Willemstad. Es una historia triste, aunque muy significativa porque ilustra el sacrificio personal que la misión implicaba.

El hermano Patricius van der Pluym (1857-1906) fue el cocinero en esta expedición misionera. Escribió muchas cartas en las que compartía detalles de la isla, el clima, la comida y otros aspectos de la vida, tan diferentes de lo que conocía en los Países Bajos. Tenía buenos contactos con la población local, y se sintió conmovido por la pobreza que veía. Intentó, en la medida de lo posible, adaptar la vida de los hermanos a las condiciones locales. El hermano Patricius era un misionero de corazón y alma. No volvió a los Países Bajos y murió en Willemstad en 1906.

El hermano Mauritius Vliegendehond (1838-1911) fue un soldado experimentado, pero dejó el ejército a la edad de 24 años para convertirse en un «soldado de Cristo». Era la persona ideal para dirigir esta misión, por su carácter fuerte y su gran sencillez, por su horizonte internacional (hablaba francés e italiano) y por su experiencia laboral. Era un hombre de gran coraje y no temía nada. Sin embargo, los primeros años en la misión lo desafiaron de una manera diferente de lo que esperaba. Desde el principio hubo desacuerdos sobre la dirección de la misión. El hermano Mauritius tuvo que mediar entre estas opiniones e intereses en conflicto. Su salud no era fuerte. En 1895 fue repatriado a los Países Bajos, donde permaneció hasta su muerte en 1911.

Patrimonio de los hermanos

Estos primeros hermanos de Curazao no experimentaron el éxito que siguió a su trabajo. «Desde entonces muchas cosas han cambiado —dijo el hermano Lawrence—, pero creo que algunas intuiciones básicas resultaron verdaderas: la importancia de una vida religiosa sólida como base para una misión de misericordia; los efectos a largo plazo de las inversiones de calidad en la educación; la importancia de la fraternidad, y un espíritu de servicio y gran dedicación personal».

El 12 de noviembre se realizó un servicio de oración en el mausoleo, en el que descansan los restos de 42 hermanos misioneros CMM en Curazao. Durante el servicio de oración se inauguró un monumento conmemorativo. El domingo, 13 de noviembre, se celebró una celebración eucarística en la parroquia de la Sagrada Familia, junto al Colegio St. Willibrord. Estuvieron presentes, también, el Primer Ministro Ben Whiteman y la Ministra de Educación Irene Dick. El Primer Ministro es un antiguo estudiante de los hermanos.

En nombre de la congregación, el hermano Lawrence pidió a todos que se continuara la obra que recibieron de los hermanos y que se transmitiese ese mismo espíritu a las generaciones venideras. También expresó su agradecimiento por los esfuerzos para mantener viva la herencia de los hermanos en Curazao.

Fuente: http://www.cmmbrothers.org/

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