Señor, ten piedad • Historias de la Virgen Milagrosa

por | Nov 23, 2016 | Asociación de la Medalla Milagrosa, Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

Dentro de menos de un mes la Familia Vicenciana saludará con especial cariño a la Virgen en su advocación de «Milagrosa». Sin duda, hasta entonces se publicarán muchas reflexiones sobre la advocación, su historia, su actualidad, etc.

La semana pasada os invitábamos a hacer algo distinto: contar historias, tu historia o la de los tuyos, con la Virgen Milagrosa. No reflexiones, sino vivencias. Estamos seguros de que hay muchos gestos de amor y confianza en la Virgen dentro de nuestra Familia Vicenciana. Y compartirlas es otra manera de hacer familia.

Y sor Linda Gómez, Hija de la Caridad, respondió rápidamente. He aquí su relato. ¡Esperamos el tuyo!; después de su historia tenéis un formulario donde podéis escribir la vuestra, que será publicada a lo largo de los días que preceden a la fiesta de nuestra madre, el 27 de noviembre. Podéis hacerlo en Español, Inglés, Francés, Portugués, Italiano… no importa el idioma, intentaremos traducirlo a los idiomas que usamos en famvin.

¡Anímate! Seguro que muchos desean conocer «tu» historia para aprender a amar más y a seguir mejor el ejemplo de mamá María.

Este suceso ocurrió hace muchos años, pero su impacto aún es fresco en mí.

Una noche, nuestro amigo el doctor Remy, francés, nos pidió que le ayudaramos con un turista francés que había tenido un accidente en la playa, mientras nadaba. Dijo que en ese momento estaba siendo admitido en el hospital gubernamental.

Mi superiora y yo fuimos con él y encontramos al hombre en muy mal estado: se había fracturado su espina dorsal cervical después de golpearse con una duna subacuática. Tenía muchas dificultades para respirar. Como no tenía a nadie con él, nos ofrecimos a quedarnos con él aquella noche en el hospital, para atender sus necesidades. Sólo sabía hablar francés, por lo que la comunicación con él era bastante difícil. Con mi poco francés, de alguna manera pude tener algo de conversación con él.

Al mencionar la oración, se rió sarcásticamente diciendo que no creía en Dios. Incluso me preguntó burlonamente si funcionaba. Le dije que para mí lo hacía, y le dije que por mi fe oraría por él. Asintió como si dijera, «bueno…». Puse una Medalla Milagrosa debajo de su almohada y seguí orando, mientras atendía a cualquier necesidad que él tuviera. Su situación se deterioró, y comencé a orar en voz alta: «Oh María, sin pecado concebida…» en francés. Un rato más tarde le oí decir: «Mon Dieu, pitie moi!» («Dios mío, ten piedad de mí»). Siguió repitiéndolo y murió sin mucho dolor…

En medio del dolor, no pude dejar de admirarme y sentir mi corazón lleno de gratitud a la Santísima Madre, que hizo esta milagrosa conversión.

¡Oh María concebida sin pecado, ruega por nosotros que recurrimos a ti!

Sor Linda Gómez, H.C.

 

Y tu historia, ¿cuál es? Cuéntanosla:

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    Historias de la Virgen Milagrosa

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