Luisa de Marillac: Un trabajo digno y estable para todos

por | Nov 18, 2016 | Benito Martínez, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

“Siendo el trabajo uno de los mayores bienes que presenta esta obra, es necesario proporcionarles un trabajo útil y que pueda tener salida, como sería: Un tejedor de tela, seda o lana, un tejedor de lienzo corriente, otro de sarga; estos oficios, además de tener salida, en parte para uso de la casa y en parte para otros lugares, no requieren muchos pertrechos y ocupan a muchas personas. Zapateros o remendones, pueden ser muy útiles. Algunos botoneros y obreros que trabajen el estambre, que lo sepan bien, y preparen el material hasta dejarlo apto para servir. Encajeras, costureras de guantes que los sepan adornar o de lencería, que podrían recibir labor de las lenceras del mercado o de otras, artesanos de alfileres.

Teniendo buen número de obreros para poner el trabajo en marcha y que pueda continuar, no hay que mirar el gasto que haya que hacer por las herramientas y la provisión de los materiales, ni las dificultades para encontrar direcciones y lugares donde comprar a mejor precio y con facilidad: la divina Providencia no faltará nunca y la experiencia nos hará dar con las direcciones. Hay que estar convencidos de que el primer año reportará muy poca ganancia”.

Luisa de Marillac, Notas sobre la organización del Hospital del Nombre de Jesús (E 76).

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Reflexión:

  1. Un señor dio a san Vicente de Paúl 11.000 libras para que hiciera una obra en favor de los pobres. San Vicente pensó que no podía emplearlas para ir dándoselas a los pobres, pues sería pan para hoy y hambre para mañana. Había que hacerlas producir, y compró dos casas para albergar a 40 pobres que trabajasen en ellas como en un taller: 20 mujeres y 20 hombres. Y encargó a Luisa de Marillac que las organizara. El sobrante lo invirtió para que produjera intereses con los que poder alimentarlos. Santa Luisa se sentó y, buena organizadora como era, escribió los gastos, el precio del material, los sueldos de los trabajadores, los ingresos por la venta de los productos, y cómo quedaría la institución. El resultado fue un éxito rotundo, de tal manera de las Voluntarias de las Caridades (hoy AIC) pensaron hacer una obra parecida, pero para cientos y cientos de pobres, y encargarle a Luisa de Marillac que la organizara.
  2. En España hay más de cinco millones de parados y más de cuatro millones de obreros con un trabajo precario que preocupan a los gobiernos y a los partidos políticos, pero solo en teoría, en realidad buscan el poder. Por nuestra parte, los ciudadanos nos preocupamos de dar, pero no de hacer. Es más cómodo dar un dinero a Cáritas para que sea ella quien haga que implicarnos nosotros en hacerlo. Sin embargo, eso no es vicenciano. ¿Qué dirían, hoy día, Vicente de Paúl, Luisa de Marillac, Federico Ozanam y compañeros, todos, personas de acción comprometida en favor de los pobres?

Cuestiones para el diálogo:

  1. Como cristianos individuales ¿estamos comprometidos en hacer algo para los pobres o nos contentamos con dar? Como institución, la rama de la Familia vicenciana a la que tu perteneces, ¿da limosnas, o hace y tiene obras que den trabajo a los pobres?
  2. ¿Qué hace tu rama vicentina para que haya trabajo digno y sueldos justos?
  3. ¿Te comprometes en luchas por la dignidad de las trabajadoras en las casas particulares y también en las empresas pequeñas, como son los comercios?

Benito Martínez, C.M.

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