“Señor: Me tomo la libertad de darle a conocer, por medio de estas líneas, la situación respecto al casamiento de mi hijo, que yo diría es para mí una aflicción muy grande si, como cristiana, no tuviese que amar el desprecio que de ordinario sigue a la pobreza, única causa de que no adelantemos nada. Y comprendo los sentimientos de esa joven; la cual, por el conocimiento que tiene de él y de los pocos bienes que yo puedo dejarle, ve que no puede esperar llegar nunca a reunir una fortuna, puesto que entre los dos tendrán escasamente para sostener una pequeña familia, y como de ordinario las cargas caen sobre los que menos medios tienen para sobrellevarlas, el pensamiento de la muerte y de dejar unos huérfanos pobres, la retrae de correr ese riesgo. Y aunque las personas que han intervenido en este asunto les han hecho concebir esperanzas por encima de la realidad, parece, señor, que no están dispuestos a creer más que lo que ven”.
Luisa de Marillac, al señor Conde de Maure, casado con Ana de Attichy, prima de santa Luisa (c. 311).
Reflexión:
- El estilo de la carta es el de una plebeya a un noble. El matrimonio en aquel siglo era un negocio económico y social entre familias, que arreglaban los padres por medio de terceras personas. Los jóvenes no intervenían ni significaba nada el amor. En algunas ocasiones los jóvenes se veían por primera vez al pie del altar.
- Miguel ya se había casado en secreto en 1645, con una joven, hija de un vinatero de provincia. Luisa de Marillac convenció a Miguel de lograr la declaración de nulidad, porque todo matrimonio clandestino se consideraba nulo. Así manifiesta el orgullo de no aceptar para esposa de su hijo a una mujer sin categoría social, en un siglo donde la categoría social era el medio principal para salir de la pobreza. Hubiera significado la confesión ante los Marillac de la incapacidad de Luisa -entregada a los demás- para lograr el ascenso de su hijo único que descendía a lo bajo de la sociedad. Lograda la declaración de nulidad, su madre intentó casarlo con una joven que lo rechazó al conocer los pocos bienes que tenía. Procuró casarlo con otra joven y, por miedo a ser rechazado de nuevo, acude al Conde Maure, con esta carta, para que lo avale con su prestigio y su categoría.
- Hoy día, no hay consenso sobre una definición de la familia. La familia tradicional de padre, madre e hijos es, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el elemento natural, universal y fundamental de la sociedad. La Iglesia católica tiene vigente este concepto de familia, aunque en Occidente se ha debilitado conforme se fortalecen las instituciones especializadas en la educación de los niños, por la necesidad de incorporarse ambos progenitores al campo laboral, lo que lleva en ocasiones a delegar esta función a las guarderías y a la escuela.
- Sin embargo, la familia tradicional no es la que hoy día prevalece. La familia moderna, además de las familias tradicionales, engloba las familias homoparentales, compuestas por dos madres o dos padres y sus hijos que suelen ser solo hijos naturales de uno de los padres, o bien adoptados.
- Tarea del cristiano es vitalizar la familia que propone el Papa Francisco: “el lugar donde los padres se convierten en los primeros maestros de la fe para sus hijos”. No se puede abandonar los hijos a otros para que les den la fe o la increencia.
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Cómo es tu familia? ¿Cuál es tu misión en ella? ¿Buscas la unión de todos los miembros? ¿Eres lazo de armonía o de discordia?
- ¿Procuras que todos los familiares vayan a misa los domingos? ¿Procuras que todos los niños de tu familia acudan a la catequesis?
- ¿Ayudas y animas a tus amigos a construir una familia digna?
Benito Martínez, C.M.
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