Me invitaron la semana pasada a visitar las obras de la Familia Vicenciana en Ucrania. Fue una semana maravillosa e intensa, que me permitió experimentar de primera mano los eficaces esfuerzos de colaboración entre los miembros de las 10 ramas de nuestra Familia en esta zona del mundo. Vi a laicos, consagrados y miembros ordenados de la familia interactuar, actúar y soñar juntos de una manera muy natural… ¡Claramente esta es la nueva forma a la que estamos llamados a ser y actuar!
En Ucrania pude ver las obras con personas sin hogar, refugiados, rehabilitación a adictos a drogas, atención sanitaria para personas sin hogar, programas extraescolares para niños pobres, la fraternidad nacional de estudiantes católicos (estudiantes internacionales de muchos países de África y de India), obras ecuménicas, etc. En general, creo que este es un ministerio valiente frente a algunas de las dimensiones más desafiantes de la realidad local, en profunda conexión con un ministerio comprometido de evangelización y animación espiritual de las comunidades católicas minoritarias.
Incluso tuve la oportunidad de estar con un visionario laico católico, Stefan Valo, muy conectado con las obras de la familia vicenciana, que ha dedicado su vida y recursos para educar al mundo sobre el cambio climático presentando de una teoría nueva y revolucionaria. De acuerdo con Valo, el drenaje de nuestros suelos es tan responsable del cambio climático como son las emisiones de gases de efecto invernadero. Ha desarrollado un método único para elevar los niveles de agua subterránea y revivir los arroyos y ríos.
Este viaje confirmó mi comprensión de que:
- La presencia de la Familia Vicenciana en las Naciones Unidas puede mejorarse muy significativamente si continuamos atreviéndonos a descubrir nuestra voz colectiva para la promoción y el desarrollo de proyectos en los que compartimos nuestros recursos humanos y económicos. Juntos, en la acción y la palabra, podemos ser más eficaces y hacer que nuestra colaboración sea una herramienta más fuerte, para servir a los pobres en todos los niveles: el servicio directo, los proyectos de cambio sistémico y la promoción de la influencia en la política social a nivel local, nacional y mundial. Estas tres dimensiones son inseparables de una comprensión sistémica de la realidad.
- Tenemos que aprender y ser conscientes de la conexión de los niveles global y local en una sociedad globalizada; de otra manera, nuestra comprensión de la realidad sería ingenua y probablemente nos llevaría a una narrativa y un conjunto de acciones que pueden perpetuar las injusticias y estructuras que oprimen y alienan a los pobres a los que se quiere servir.
Así, estar en Ucrania me obligó a pensar de nuevo en esas preguntas que nos pueden ayudar a conectar los puntos de la realidad local y global:
- ¿Cómo están las necesidades de los pobres en Ucrania (o en cualquiera de nuestras comunidades) conectadas a las tendencias mundiales? Estas tendencias podrían estar relacionadas con el medio ambiente, la economía global, la salud pública, los conflictos internacionales, y así sucesivamente. ¿Qué tiene en común la realidad ucraniana (nuestra propia realidad) con otras personas alrededor del mundo? Por ejemplo, podemos considerar las similitudes en la ubicación geográfica, los recursos naturales, la diversidad demográfica, y así sucesivamente.
- ¿Cómo están las experiencias personales de la familia Vicenciana en Ucrania (en nuestra propia comunidad) relacionadas con las experiencias universales? Estas conexiones podrían incluir retos como la violencia, la guerra, la pobreza, la falta de vivienda —o experiencias positivas como las tradiciones artísticas, la hospitalidad, los rituales y celebraciones—. ¡Estar en Ucrania me impelió a estar agradecido de nuevo por la belleza de nuestra humanidad colectiva y nuestro planeta!
- ¿Cuáles son algunos de los aspectos familiares (comunes) de todas las culturas, y cómo se abordan de manera similar o diferente en la cultura ucraniana (o en nuestra propia cultura) y en las comunidades de todo el mundo? Los ejemplos de aspectos familiares de la cultura incluyen estructuras sociales, alimentos, ropa y refugio.
En las varias oportunidades que he tenido para hablar con estudiantes extranjeros, cohermanos, u otros miembros de la Familia Vicenciana en Ucrania, me quedé impresionado con la forma en que eran conscientes de la importancia de establecer conexiones globales. Esta fue, creo, la razón principal por la que me invitaron a visitar el país en primer lugar. De hecho, somos una sola familia humana, una Familia Vicenciana. Sólo compartimos un hogar común —nuestro planeta— y todo, absolutamente todo, está interconectado de formas visibles y, a veces, misteriosas (espirituales).
Si realmente deseamos unirnos y colaborar de manera significativa como una única Familia Vicenciana, necesitamos primero identificar las relaciones en las que apoyarse. Una pregunta clave es: «¿Quién más en todo el mundo se ve afectado por los problemas, preocupaciones y tendencias que afectan a nuestra comunidad?» A su vez, viceversa: «¿De qué manera este problema mundial, preocupación o tendencia afecta a nuestra comunidad?» A partir de ahí podremos encontrar también las tendencias comunes y originales en la forma en que nos enfrentamos a estas realidades desafiantes. Y seremos capaces de identificar también las mejores prácticas para compartirlas.
En una entrevista en Kiev para una estación de radio católica, me preguntaron si era consciente de la realidad del pueblo de Ucrania enfrentándose a los retos de una posible invasión de Rusia desde hace dos años. De hecho, soy consciente de las muchas personas que han muerto en ambos lados, muchos de ellos jóvenes soldados inocentes. También soy consciente de los muchos refugiados que este conflicto está causando. También soy consciente de las consecuencias negativas que las invasiones y las guerras causan en las personas y el medio ambiente. También soy consciente de cómo estos hechos cambian la narrativa y el imaginario colectivo. Ustedes no están solo, le dije a la mujer que realizaba la entrevista y a los traductores. Ellos no están solos cuando se unen para proteger la integridad del territorio de Ucrania y la dignidad del pueblo de Ucrania.
Ucrania ha sido testigo de los más violentos actos de disturbios civiles en la historia post-soviética del país. La sangre ha sido, y continúa siendo, derramada y se siguen sesgando vidas. El mundo tiene que saber de una nación, que después de protestas y enfrentamientos, no se da por vencida. Al ser testigo de esto durante mi estancia en el país, mi mente y mi corazón se movieron a unirse al pueblo de Etiopía al saber por los medios de comunicación que comenzaron a luchar por su liberación esta semana.
Una canción fue parte de mi viaje en Ucrania. Cuando estaban luchando, la gente ponía constantemente un par de canciones de liberación. La canción polaca ‘Demos a Ucrania una mano amiga’ estaba en su mente, y era más fuerte que las explosiones de granadas o fuegos de artificio. Esta canción va a estar resonando en mi corazón por mucho tiempo. ¡Demos… una mano amiga!
El pueblo de Ucrania no está solo. Ninguna de nuestras comunidades está sola. Tenemos que estar seguros de que todos, especialmente aquellos que se sienten terriblemente solos debido a condiciones inhumanas, saben que estamos con ellos, que estamos interconectados, que todos somos miembros de la misma familia, nuestra familia humana. Para mí eso es razón suficiente para dedicar mi ministerio a mejorar la colaboración entre las ramas de nuestra familia.
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