Dentro de un mes la Familia Vicenciana saludará con especial cariño a la Virgen en su advocación de «Milagrosa». Sin duda, en este mes se publicarán muchas reflexiones sobre la advocación, su historia, su actualidad, etc.
Pero hoy os invitamos a hacer algo distinto: contar historias, tu historia o la de los tuyos, con la Virgen Milagrosa. No reflexiones, sino vivencias. Estamos seguros de que hay muchos gestos de amor y confianza en la Virgen dentro de nuestra Familia Vicenciana. Y compartirlas es otra manera de hacer familia.
Comenzaré yo; después de mi historia tenéis un formulario donde podéis escribir la vuestra, que será publicada a lo largo de los días que preceden a la fiesta de nuestra madre, el 27 de noviembre. Podéis hacerlo en Español, Inglés, Francés, Portugués, Italiano… no importa el idioma, intentaremos traducirlo a los idiomas que usamos en famvin.
¡Anímate! Seguro que muchos desean conocer «tu» historia para aprender a amar más y a seguir mejor el ejemplo de mamá María.
Mi mamá lleva siempre en su cartera una medalla de la Virgen Milagrosa. Es una medalla que no está pensada para llevar al cuello, sino en la cartera, pues está inserta en un plástico, que también tiene un papel donde está escrita una advocación a la Virgen. La tarjeta fue un regalo que le hizo una hija de la Caridad a mi madre.
Cuando mamá saca su cartera y se tropieza con esta tarjeta, la toma y tiernamente la da un beso.
Yo sé que, además de darle un beso a la Virgen y agradecerle tantas y tantas cosas sencillas y buenas suceden en su vida cotidiana y en la de nuestra familia, mi mámá también le está dando un beso a su amiga, una hija de la Caridad que está muy lejos, en Bolivia, trabajando con los pobres presos de Cochabamba. Mamá recuerda y echa de menos a su amiga, la hija de la Caridad, que ya hace muchos años decidió pedir ir a trabajar por los pobres en algún sitio realmente necesitado. Ya hace mucho tiempo que se fue, y solo vuelve a España cada dos años. Entonces, mi madre se llena de alegría por poder ver, aunque solo sea por dos o tres días, a su vieja amiga, y por tener la oportunidad de pasear con ella de nuevo y compartir confidencias.
La medalla es, pues, el símbolo de una gran amistad entre dos buenas mujeres, el nexo que une dos corazones separados por la distancia. ¿Acaso no es esto, también, un milagro en nuestros días?
Javier F. Chento
@javierchento
JavierChento
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