Ef 6, 10-20; Sal 143; Lc 13, 31-35.
“Hoy y mañana expulso demonios y realizo curaciones, y al tercer día llegaré a mi término”
Señor Jesús, me quedo impresionada ante tanta libertad con la que actúas; ningún poder se te impone, a menos que sea el poder de servir al prójimo. Ni amenazada tu vida con la muerte dejas de proclamar el Reino y de contagiar de vida y salud a los que la necesitan.
No tienes tiempo para autocompadecerte, solo puedes mirar con compasión y tristeza por tu pueblo que habiéndolo amado hasta el extremo se niega a cobijarse bajo las alas de tu salvación.
¡Pobre Jerusalén, cómo desperdició tanto amor tuyo! No quiero ser como ella.
Que ni la muerte ni la vida, ni el presente ni el futuro, me separe de tu amor Jesús, ni mis necias lejanías, ni mis testarudas cerrazones. ¡Cómo quiero parecerme a ti y fijarme en ti y mirar a donde tú miras y como tú lo haces!
Espérame Señor, que yo también quiero seguir tu camino hoy y mañana, espérame Señor que también quiero llegar contigo a mi término. Ya no te haré derramar más lágrimas por mí. Espérame, que hoy quiero cobijarme bajo tus alas. Y, allí, tú me darás fuerza para salir a mis hermanos…
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: Alicia Gamboa, H.C.
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