Tres reflexiones sobre ser místico: nº 3

por | Sep 30, 2016 | Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

Ayer examinábamos la segunda de estas «tres tomas» sobre la idea de Vicente como místico de la caridad. Vamos ahora a por la tercera. ¿No tienes a mano la carta del Superior General? Pincha aquí para acceder a muchas versiones, o pincha sobre la siguiente imagen para acceder al recientemente publicado eBook en múltiples idiomas. ¿Ya lo tienes? Bien, comencemos. Toma tres, por el P. Thomas McKenna, C.M.

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McKenna dice:

Para utilizar bien este título, la palabra “mística” debe ser comprendida en un sentido general. La connotación más popular es la de una persona que tiene más o menos una experiencia “directa” de Dios (visiones, voces, presentimientos, ruidos), más bien sin mediación. La literatura del misticismo describe experiencias como los éxtasis, ser transportado al “séptimo cielo”, sacado fuera de sí mismo y “sumergirse en” el misterio (por ejemplo, en el abismo, el océano, la tierra) que es Dios. Su vocabulario es específico, por ejemplo, las moradas cada vez más profundamente interiores, contemplación activa y pasiva, con estados de purificación, de iluminación, de unificación, más allá de uno mismo, la noche oscura y la oscuridad deslumbrante. En cambio, el lenguaje de Vicente para expresar la experiencia religiosa era bastante sencillo y directo, y tampoco dio testimonio de este tipo de acontecimientos en su propia vida.

Pero el término mística puede ser utilizado en un sentido más amplio. Dicho de otra manera, se podría referir a alguien que ha vivido y sentido un contacto con lo sagrado en su vida y que ha respondido a este encuentro en el servicio al prójimo. En este sentido más amplio, Vicente puede ser considerado como un místico.

El sentido más inclusivo podría articularse de la manera siguiente. Un místico es aquel que escucha y se deja envolver por el amor de Dios hacia la creación, y entonces se compromete a reconocer este amor en el mundo y a entregarlo. Para Vicente, este amor de Dios (o mejor, el “hecho de amar”) se revela especialmente en los pobres y marginados. Él los reconocía a la vez como portadores privilegiados del amor de Dios y como aquellos que merecen recibirlo prioritariamente. Y esto, lo puso en práctica transmitiendo activamente la Buena Noticia de este amor a los pobres.

Lo mismo que la letra de un canto puede hacer emerger la belleza profunda de una melodía, las palabras de Isaías que Jesús pronunció en el capítulo 4 de Lucas dieron una resonancia especial a la experiencia de Dios de Vicente. Jesús anunciaba no solamente su propia misión recibida de su Padre, sino también su propia experiencia de su “Abba” como amor para el mundo, en especial por los más pobres: “He sido enviado a proclamar la Buena Nueva a los pobres”. Parafraseando, “el fuego del amor (el “hecho de amar”) de mi Padre arde en mí y este amor me envía a llevarlo al mundo, de manera especial a los pobres”. Continuando con la analogía, Vicente reconoció estas palabras como la letra de una melodía que resonaba en lo más profundo de sí mismo. Era como si, al escuchar este texto en un momento especial de su vida, Vicente dijera: “¡Ah! ¡Eso es! Estas palabras expresan exactamente mi experiencia del amor de Dios, y yo quiero pasar mi vida respondiendo a ella y propagándola”.

Desde otra perspectiva, podríamos describir a Vicente como un místico “con doble mirada”. Dicho de otra manera, él (veía) experimentaba al mismo Dios a través de dos lentillas diferentes, y esto, al mismo tiempo. Una de las lentillas era su propia oración; la otra era el pobre así como el mundo en el que éste vivía. Cada punto de vista tenía influencia sobre el otro, cada uno de ellos profundizaba y afinaba la percepción del otro. Vicente “vio” (y sintió) el amor de Dios a través de estos dos prismas a la vez y actuó enérgicamente para responder a lo que veía.

Reflexión y reto:

Puedes reflexionar las siguientes preguntas para explorar este tercer y último acercamiento a nuestro místico de la caridad:

1. Pregunta difícil: ¿Eres «alguien que ha vivido y sentido un contacto con lo sagrado en su vida y que ha respondido a este encuentro en el servicio al prójimo»? 2. ¿Has tenido alguna experiencia como la descrita por el P. McKenna, has dicho tú también: «¡Ah! ¡Eso es! Estas palabras expresan exactamente mi experiencia del amor de Dios, y yo quiero pasar mi vida respondiendo a ella y propagándola»? 3. «Una de las lentillas era su propia oración; la otra era el pobre así como el mundo en el que éste vivía». ¿Estás mirando la vida con dos lentillas?

Ora y reflexiona. Esperamos que hayas disfrutado con esta guía para la reflexión, en tres partes, sobre este énfasis especial del P. Tomaž Mavrič.

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