Los Juegos Olímpicos deberían ser un acontecimiento festivo. Pero cuando los celos, el racismo, la intimidación y la mezquindad se reúnen, es una mala mezcla.
Su pelo y su patriotismo fueron objetos de la crítica. En lugar de alegrarse con esta excepcional mujer, ciertas parte de la población —especialmente en el mundo de los medios sociales— se entretuvieron sacando a la luz sus más perversas actitudes. El nombre de esta gran mujer joven es Gabrielle Douglas.
Ser vicenciano significa vivir una vida que celebra los triunfos de los demás; pero no es eso lo que ha sucedido.
En 2012, la actividad en Twitter se disparó después de que Douglas se convirtiese en la primera gimnasta afroamericana en ganar un título olímpico en gimnasia artística. Pero en lugar de alabar a su excelencia, los críticos se ensañaron con ella por el estado de su cabello durante la final.
Cuatro años después, Douglas tiene otro oro olímpico, en competición por equipos, pero el brillo de esa victoria también se ha visto empañada después de que las cámaras de televisión mostraran su posición en firme y que no se llevase la mano al corazón durante el himno nacional.
Puede parecer una pequeña acción, pero muéstrale tu apoyo en su twitter, en @gabrielledoug. Y celebra los triunfos de tus amigos y colegas. Ten cuidado en lo que pones en las redes sociales. Los celos, la mezquindad o el racismo no tienen lugar en la Familia que dice #YoSoyVicente.
Por esto, confortaos mutuamente y edificaos los unos a los otros, como ya lo hacéis. (1 Tes 5, 11)
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